Montañas de Xián

En la Guerra. Victoria. En la Paz, Vigilancia. En la Muerte, Sacrificio.

En memoria de un Dragón que luchó hasta el final... Se te echa de menos...
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En aquel lugar, todo era verde. El suelo tenía una fondosa hierba que llegaba a los tobillos, y el cielo lo cubrían los árboles. La casita estaba justo al lado del camino, y allí solo vivía la mujer del guardabosques.

Hacía años, la guerra había empezado. Xián era un país próspero, con un buen rey, buenos consejeros y grandes guerreros. Tenía alianzas por todas partes. Sin embargo, una de esas alianzas acabó rompiéndose. Aquel país se unió a otro más lejano y atacaron Xián... incluso intentaron acabar con el Señor de Plata a traición.

Por esas razones, el guardabosques tuvo que ir a sumarse a las filas del ejército de Xián. Lo hizo orgulloso, pues quería a su país, a su bosque, a su esposa... aunque no en ese orden de preferencias, por supuesto.

Él se marchó, y ella se quedó sola. Cada día, pasaba alguien por el camino, y ella les ofrecía descanso en su casa, comida y agua, pero los viajeros no tardaban mucho en marcharse, sin dar noticias de la guerra ni de su marido.

Un día, llegó hasta la casa una mujer. Sus cabellos eran largos y rojos, y su armadura ligera y verde con el símbolo de la casa real de Xián. Era conocida por todo el país.

-Mi señora. ¿En qué puedo ayudaros? -Le dijo ella solícita.
-Tranquila... he venido por otros asuntos. -Le contestó. -Pero sí podrías darme un poco de agua, por favor.

La mujer se apresuró al interior de la cabaña. Nunca la había visto, pero era como la describían los demás. Alta, hermosa y con una sonrisa pícara constante en sus labios. Regresó con el agua y ambas se sentaron en el banco al lado del camino.

-¿Cuánto hace que estáis aquí, señora? -Preguntó la pelirroja sorbiendo de su vaso.
-Hace tanto que ya no lo recuerdo... -Le contestó. -Años atrás, antes de que empezara la guerra, vivía con mi esposo. Era guardabosques.
-Lo se.

La escueta respuesta de ella extrañó a la mujer.

-¿Conoció a mi esposo?
-No, no lo conocí... al menos, no todavía.
-¿Queréis decir que pronto volverá? -Ilusionada, se acercó un poco más a la dama. -¿Que la guerra acabará pronto?
-A la primera pregunta... si, pronto volverá, es su destino... -Bajando la cabeza, evitó mirarla. -Sin embargo, no acabará pronto la guerra... puede que dure otros tantos meses... puede que incluso años...
-Ganaremos la guerra. -Dijo con firmeza ella. -Xián tiene grandes guerreros, y os tenemos a vos, al General Dragón y al Señor de Plata. Y siempre podemos pedir ayuda a nuestros aliados.
-La nación ninja... El Rey Nieve... Los guerreros de la montaña del dragón... -La dama sonrió. -Si... tenemos aliados... y seguro que arriesgarían mucho para ayudar al Señor de Plata...
-Igual que vos, mi señora.
-Si... igual que yo... sin embaro mi camino se separa de su Majestad.

La mujer la miró extrañada.

-¿Qué queréis decir?
-¡Mi amada!

La mujer dejó de ver a la dama y vió a lo lejos a su esposo. Con lágrimas en los ojos, fue corriendo hasta él y lo abrazó. La dama solo se quedó sentada.

-Tanto tiempo... -Dijo ella mientras lloraba.
-Pero al fin estaremos juntos... -Contestó él.
-Eso es cierto... pero todavía falta un tiempo para que estéis completamente juntos. -La dama, con actitud pensativa, se acercó a ellos.

El hombre, con los ojos muy abiertos, la miró de arriba abajo.

-Vos sois la dama de plata... ¿Qué hacéis aquí?
-Está de viaje, amor. -Dijo ella con una sonrisa.
-¿De viaje...? -El hombre miró a su esposa y luego a la dama. -Pero eso es imposible... yo os vi morir...

La mujer miró a la dama, la cual sonreía con tristeza.

-Así es... me viste morir... pero tu no recuerdas tu propia muerte...
-¿Mi propia...?
-Este es el Bosque del Anochecer... -Dijo la Dama de Plata abriendo los brazos. -Y vosotros érais los guardianes del bosque. Por este camino pasan las almas que van desde el mundo de los vivos al mundo de los muertos.
-Pero... eso no puede ser... -La señora estaba asustada, mirando a los profundos ojos de la dama. -Yo tengo memorias, recuerdos de este sitio...
-Es cierto... pero cuando tu marido se marchó, tu te enfermaste... Y unas fiebres muy fuertes se llevaron tu vida... ¿Recuerdas algún día que el sol se puso? ¿O haber comido algo desde que se fue tu marido?

La mujer se asustó más, pues no recordaba ni un solo bocado, ni un solo momento de oscuridad.

-Sin embargo, cada cierto tiempo, el guardián del bosque es reemplazado... -Dijo la Dama con una sonrisa. -Para que los anteriores guardianes puedan descansar...
-Eso quiere decir... -El hombre se tocó el pecho asustado, sin notar su propio latido. -Que yo también estoy...
-Si... una flecha atravesó tu estómago por la espalda al proteger a una niña.

El hombre se tocó la espalda... Ahí estaba el asta de flecha clavada en él... Pero no le dolía.

-¿Y vos, Dama de Plata? -Preguntó ella, empezando a tranquilizarse. -¿Qué os ocurrió a vos...?
-Una quimera embistió el carruaje en el que viajábamos un amigo y yo... -Con pesar en la voz, se tocó el brazo. -Morí un tiempo después...
-Yo fui quien os cuidó ese tiempo... -Dijo el hombre sorprendido. -De eso me acuerdo...
-Si... Pero ahora ya se acabó. -La Dama de Plata se acercó a ellos y les dio un suave empujón. -Os toca caminar por el Bosque del Anochecer... Os toca descansar.

La pareja, ayudada por la Dama de Plata, empezó a caminar. Poco a poco, los recuerdos volvieron a su mente. Las fiebres... las flechas...

-¿Qué será de vos, Dama de Plata? -Preguntó la mujer antes de irse.
-Soy la nueva guardiana del bosque... -La Dama, con una sonrisa triste, se despidió. -Que seáis felices los dos.

Ambos se agarraron de la mano y emprendieron el viaje, mientras que la Dama de Plata entraba en la cabaña. Se quitó la armadura y tomó un largo vestido negro, y cuando estuvo vestida, salió al camino y se sentó a esperar.

A esperar... pues algún día él también pasaría por el camino... Y ese día, la Dama y el Señor de Plata avanzarán por el Bosque del Anochecer, dejando el mundo de los vivos... y descansando al fin de traiciones, dolores y desilusiones.

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Estudiante de Psicología, escritor en ratos libres, creador de juegos de rol cada tanto, padre de familia, aficionado a los videojuegos, Ásatrù. Bastante por hacer. ¿No?

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