Cierto es que este blog ha sido actualizado poco a poco con la pequeña historia no tan ficticia del muchacho Ferrik. Sin embargo, hoy quiero cambiar un poco de aires, pues este blog no es solo Ferrik, aunque así sea.
Hoy, 24 de Junio, mi abuelo materno, Domingo Romero, y su hermano Francisco, habrían cumplido a día de hoy 76 años. Sin embargo, por jugadas del destino, mi abuelo y su hermano murieron hace unos 19 años.
Yo no conocí a mi abuelo. Él a mí sí. Fuí el único nieto que llegó a conocer. Según lo que me han contado, a mi abuelo le encantaba estar junto a mí, jugar a las peleas y llevarme de paseo. Sin embargo, poco después de nacer yo, los médicos le diagnosticaron cáncer de huesos, el peor de todos...
Actualmente, si tienes cáncer, puedes llegar a llevar una vida más o menos normal. No te curas, cierto, pero tienes una esperanza de vida algo lejana. Sin embargo, aún ahora, el cáncer de huesos es incurable e intratable, pues los tumores se crean dentro del hueso y, poco a poco, el horrible dolor que se siente es insoportable. Cuando yo cumplí los once meses, mi abuelo Domingo no reconocía a nadie. Había perdido la razón y era casi como un vegetal, pues no podía ni comer solo.
Murió sin llegar a conocer al resto de sus nietos, ni a saber algo nuevo del único nieto el cual conoció.
Poco tiempo después, su hermano Francisco, gemelo de mi abuelo, también murió. Y... como si las leyes de la genética hubieran querido jugar a ser Dios, murió exactamente de lo mismo que mi abuelo. A él le recuerdo... vagamente... en casa de mi abuela materna.
Hoy... hoy debería haber ido a la Iglesia, sin embargo, he ido al cementerio. Siendo yo el único nieto que conoció, me gusta ir de vez en cuando para que pueda ver, si está cerca de donde ahora está su cuerpo (O lo que queda de él) para que sepa cómo estoy.
No se si hubiera estado orgulloso de mí. Fue campeón de España de Lucha Greco-Romana en su tiempo, y yo casi llego a campeón de Cataluña de Karate, pero no llegué a serlo. Dicen que habría estado muy contento de verme con el traje de karate. ¿Se hubiera decepcionado cuando lo dejé...? Nah... creo que no... creo que él lo hubiera entendido...
Así pues, esta entrada es para recordar a alguien que no recuerdo. Estés donde estés, Abuelo, cuídate... y recuerda que no quiero verte hasta dentro de ochenta años como poco. ¿Está claro? Así que... no te olvides del nieto que una vez tuviste y que no te olvida.
Gracias por leer esto...
Gato LowPoly
Hace 4 años
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