¿Te creerías que todo empezó cuando Armando Feister era un niño? ¡Y un niño con bastantes problemas con las matemáticas, además! Y eso es bastante extraño, si tenemos en cuenta que luego llegaría a ser el economista y gerente de la empresa en la que ahora trabaja…
Como te decía… el pequeño Armando tenía una clara dificultad para aprender las dichosas matemáticas. Criado en un ambiente donde el fracaso escolar era una desgracia o, como poco, no entendido, esa asignatura se había convertido en su peor pesadilla. Hubiera hecho cualquier cosa para asimilar el complejo funcionamiento de los números. Cualquier cosa… Incluso vender su alma.
Encontró el viejo libro en la casa de su abuela, en el desván… Si, esa misma casa de las afueras, donde ahora vive, y ese mismo desván que usa como despacho… y como almacén. Esa casa que aún hoy guarda en su interior secretos que es mejor que la luz no las vea. Era un libro mohoso, muy antiguo, de páginas de pergamino y escritura manuscrita y gótica. Su título: Aquelarre, y, para decirlo en pocas palabras, trataba sobre la magia negra y sobre cómo invocar demonios… Vete a saber cómo consiguió un niño descifrar la escritura, y mucho menos, conseguir los componentes… Pero lo hizo, una noche sin luna. En el sótano de la vieja mansión, siguiendo paso por paso las órdenes del libro: dibujar el pentáculo que encerraría al demonio y lo ataría a su voluntad… quemar las hierbas… los pelos de macho cabrío… los licores extraños y repugnantes… removerlo todo con la mano cortada de un ahorcado…
Y me invocó.
Parpadeó un poco, ya que se esperaba un demonio convencional… ya sabes, rojo, cuernos, cola acabada en flecha… No me esperaba a mi, un hombre alto, con gafas plateadas, cabello largo y pelirrojo atado en coleta, un colmillo como pendiente en mi oreja izquierda y con mi traje completamente negro. Mientras estaba boquiabierto, aproveché para echar un vistazo al lugar… y lo que ví me gustó… Oh, si, me gustó mucho…
-¿Eres un demonio…? –Me preguntó al fin.
-Bueno… Podría decirse que si. –Le contesté con educación y una sonrisa.
-Verás… Te he invocado porque tengo unos cuantos problemas con las matemáticas…
-¡No me digas! –Dije dando una palmada y con una sonrisa. –Y con la geometría también. ¿Verdad?
-¡Caray, si! ¿Cómo lo sabes?
-Intuición, pequeño… -Le contesté a la vez que salía del interior del pentágono…
3 La gente opina...:
Espero continuación de esta parte... o si no, me vas a decepcionar.
Pregunta: ¿Son one-shot o están relacionados?
Son one-shots... que pueden estar relacionados.
Y puede que lo continúe, o puede que no... la gracia está en eso <.<
Publicar un comentario