Montañas de Xián

En la Guerra. Victoria. En la Paz, Vigilancia. En la Muerte, Sacrificio.

Capítulo II: Matices de Grises.

Llegaron al hotel una hora después del ataque, sin detenerse para nada. El orador insistió aún ante las protestas de Saku, la cual no dejaba de caminar con la cabeza baja.

-No te preocupes por eso. –Dijo el joven al llegar al hotel. –En la habitación podrás ducharte y cambiarte, así que deja de quejarte, pequeña.
-Pero…
-Ya basta. –Dijo la guitarrista con un tono en el que ponía fin a toda discusión.

Cuando entraron por la puerta, Saku se asombró bastante del gran lujo que demostraba aquel hotel. Grandes escaleras de mármol que separaban el vestíbulo en tres caminos, cada uno llevando hasta tres ascensores en tres diferentes lugares a la vista, grandes mesas y sillones en la entrada y muchas personas caminando, incluso a esa hora, por la recepción del hotel. En la mesa de la recepcionista, detrás de un ordenador y un gran libro, había una hermosa mujer de largos cabellos rubios con un traje rojo y camisa blanca. Los dos músicos se dirigieron hacia allí, mientras que la atónita Saku miraba de aquí para allá, entre maravillada y asqueada por la soberbia que hacía ese lugar sobre sus vienes materiales. Se detuvo justo cuando estaba a punto de golpearse contra la guitarrista, la cual se había detenido.

-Buenas noches señorita. –Dijo el orador a la recepcionista. –Querríamos la llave de nuestra habitación, por favor.
-Por supuesto señor Arakeist. –La mujer, con una voz hermosa, sonrió al grupo y se giró para agarrar un llavero con una cifra en números romanos. Volvió a girarse con otra sonrisa y dejó en la mesa la llave. –Espero que hayan tenido un concierto agradable.
-Oh, lo fue. Ciertamente lo fue. –El hombre agarró la llave y volvió la vista a la recepcionista. –Querría pedir al servicio de habitaciones que nos trajera algunas cosas.
-Usted dirá, señor.
-Bien… Primero de todo querríamos algo de cenar. Ya sabes, algo consistente como carne bien hecha y un vino acorde a la situación.
-Por supuesto. Les prepararemos una cena para tres con un vino tinto Rioja traído desde España. –La recepcionista iba escribiendo en el ordenador mientras hablaba. –¿Alguna otra cosa?
-Si… Querríamos ropa limpia para esta amiguita nuestra…

El orador se apartó un poco dejando ver a Saku. La recepcionista la miró de arriba abajo, mientras que la muchacha sintió como aquella mujer tan hermosa le estaba desnudando con la mirada… y, por alguna razón, no sentía mucha vergüenza por ello. La rubia asintió, sonrió pícaramente y volvió la vista al hombre.

-Será sencillo. ¿Dormirá con ustedes?
-Así es. Además, esta noche querríamos tener una fiesta tranquila. –El joven de cabellos café miró a la rubia con una mirada que Saku no supo identificar.

La rubia perdió su sonrisa y asintió.

-Así se hará, señor Arakeist. Tiene la palabra de la familia Giovanni.
-Oh, tranquila muchacha, tampoco es para ser tan marcial. –Sonriendo, el señor Arakeist emprendió el camino hacia uno de los ascensores. La rubia volvió a sonreír encantadoramente. –Muchas gracias por el trato.
-Es siempre un placer, señor Arakeist. Que descansen.

Cuando comenzaron a caminar hacia la izquierda en dirección al ascensor, Saku se giró un segundo hacia la mujer. Esta, al sentirse observada, se giró a la monja, y con una sonrisa radiante hizo que Saku se ruborizara hasta las orejas. Llegaron hasta el ascensor en el momento en que ella giró su cabeza para mirar hacia el frente. El ascensor tenía puertas de madera recién barnizadas, o eso creía ella, y mientras esperaban, el señor Arakeist se giró hacia la muchacha.

-Esta noche no tenemos mucho más espacio, pero podrás dormir en nuestra habitación. Antes de una hora tendremos la cena y la ropa, así que podrás ducharte con total tranquilidad. –Dijo él mientras se escuchaba una campanilla en lo alto del ascensor.

Al abrirse las puertas se pudo ver en su interior grandes espejos en las tres paredes del elevador junto a una barra de seguridad y un panel, también hecho, al parecer, de espejos, donde se podía apretar la planta deseada. Los tres entraron, apretaron el último piso y las puertas se cerraron.

Mientras subían, de vez en cuando el señor Arakeist dejaba soltar alguna risita, mientras que la guitarrista solo sonreía a veces. Escamada, Saku terminó mirando sus movimientos, o si estaban hablando en voz baja, pero no escuchó nada, tan solo el movimiento silencioso del ascensor y las pocas veces que el hombre reía.

Una campanilla sonó, y las puertas se abrieron dejando entrar una cálida luz que a esas horas incluso podía hacer daño a la vista. Sin embargo, al salir del ascensor, Saku se encontró rodeada de brillos y lujos. La estancia parecía una gran sala de estar, con sillones y mesas, y al fondo una barra de bar con una señorita de cabellos rojos recogidos en una coleta, vestida con camisa blanca y corbata roja. En las paredes habían puertas cerradas con un número colocado en una placa plateada en cada puerta. En las paredes habían obras de arte de la pintura adornando el lugar, y los grandes candelabros eléctricos daban un toque antiguo al lugar, pero con las comodidades de la época.

-¿Quieres beber algo, Saku? –Preguntó el señor Arakeist cuando estuvieron en el centro de la sala, junto a los sillones.
-¿Eh…? No gracias… -Miró a su alrededor, extrañada. -¿Solo estamos nosotros en esta zona?
-No, en alguna habitación de por aquí estarán los demás. –Dijo encogiéndose de hombros el hombre, y se acercó a la mujer de la barra. –¿Han venido los demás?
-Si señor. Cada uno está en su habitación. –Con cara de disgusto, la chica miró a una de las puertas y luego al hombre. –Le pediría que se llevara a… ya sabe quién… bien lejos, por favor.
-Oh, tranquila, mañana nos iremos. –El hombre seguía sonriendo, y se giró a las dos chicas. –Vamos a la habitación.

El hombre se dirigió a una de las puertas con placa de número. Al verlo, Saku se puso un poco tensa… Nunca le ha gustado el número de la bestia, ya no hablemos hospedarse en una habitación con ese número.

El señor Arakeist abrió la puerta y pasó delante, ante el enfurruñamiento de Saku por no ser un caballero y dejarles pasar a las dos mujeres primero. Sin embargo, la mueca de desagrado cambió cuando entraron en la habitación. ¿Habitación? Ella lo llamaría más bien apartamento. Ella esperaba una habitación pequeña, parecida a la suya en el monasterio, pues era lo normal para una persona, o eso veía siempre pero… ¿Sillones? ¿Una araña de plata en el techo con velas encendidas? ¿Una mesa como si fuera un salón? Las ventanas estaban cerradas y con las cortinas echadas… Unas cortinas de una calidad tan alta que con una sola pieza de tela de ellas se podía dar de comer a todo el orfanato durante un mes. A los lados, en las paredes, había armas ornamentales, tales como katanas o hachas, colgadas de sus pequeños pedestales, y dos puertas más bien sencillas ante tanto lujo. El color de las paredes y de las puertas eran de un amarillo dorado, mientras que las alfombras y las cortinas eran de un rojo granate muy pronunciado. No veía ni rastro de armarios.

-Bienvenida a nuestra habitación, Saku. –Dijo el hombre, dejando encima de uno de los sillones la cazadora de cuero negro y dejando ver su torso desnudo. –No hay más habitaciones en este piso que estén libres, así que deberás dormir con nosotros. Espero que no te de reparo.
-Pero… -Empezó a decir la monja, y momentos después se puso roja. –Quisiera…
-Por aquí. –Dijo la guitarrista.

La llevó hasta una de las puertas y al abrirla, Saku se quedó impresionada. Si la sala de estar era lujosa, los baños no se quedaban atrás. Mármol blanco con grifería dorada, cortinas rojas al igual que en la sala de estar, dos sillas de metal para dejar la ropa, o sentarse, o lo que fuera… Incluso el inodoro era lujoso.

Estaba tocando el mármol con un dedo cuando la guitarrista abrió uno de los grandes armarios de madera oscura. Allí dentro habían varias toallas y albornoces. Sacó un albornoz blanco y una gran toalla del mismo color. Se los dejó en la silla más próxima y se giró a ella.

-Usa lo que necesites. –Y, sin mediar más palabra, salió del cuarto de baño, dejando a una Saku totalmente anonadada.

Al principio se quedó un momento pensativa. Aquella gente se estaba portando muy bien con ella, aunque parecían un poco extraños cuando se referían a su persona. Empezó a quitarse la camiseta pensando en las sensaciones que tuvo tanto en el concierto como en el hotel. No eran personas normales, eso era palpable incluso para alguien sin poder, pero sabían esconderlo demasiado bien…

Se quitó los pantalones quedándose en ropa interior, y casi sin darse cuenta se fijó en el enorme espejo que había encima de la grifería del baño. Su piel pálida, sus ojos medio rasgados que le daban un aire oriental, sus delgados brazos… había tantas cosas que descubrir fuera del convento que se recriminaba por querer descubrirlas. Estaba allí por una misión, nada más.

Se quitó el resto de ropa y lo dejó todo bien doblado en una de las sillas y entró en la ducha. Al abrir el grifo del agua caliente y caer por su cuerpo, siguió pensando en lo que había pasado. La primera parte fue bien, pues había conseguido descubrir a dos Guerreros Grises, pero ahora solo faltaba que la aceptaran… ¿Sería muy difícil caer bien al resto de su grupo? Si pensaba realmente en cómo se habían dirigido las pocas palabras entre ellos, parecía que no estaban muy a gusto con ella, aunque más bien era que les gustaba tomarle el pelo. Pero… ¿Por qué? Si ella solo decía las cosas tal y como le habían enseñado a todo el mundo…

Se frotó bien el cuerpo para quitarse los pocos rastros de sangre que la habían salpicado en la piel. Se preguntó de donde habrían salido, pues no había luchado con nadie, pero no descartó la posibilidad de que le hubieran salpicado mientras corría la gente de un lado para otro. Se giró un momento para buscar la pastilla de jabón para lavarse la cabeza, pero se encontró muy extrañada al encontrar varios frascos de plástico transparentes con líquidos en su interior, y nada parecido al ladrillo limpiador. Se palpó el cabello para notar si tenía sangre en él, y al encontrarlo libre de tal cosa, decidió que cuando pudiera pediría una pastilla para su pelo, pero que de momento lo único que podía hacer era quitarse la mayoría de la suciedad con el agua. Ya haría algo en otro momento.

Salió de la gigantesca bañera y se secó con la toalla que la guitarrista le había dejado preparada. Cuando se colocó el albornoz y lo abrochó, se sintió extraña… Aquella prenda era tan pero tan suave, que le invitaba a dormir solamente con ella. Sus ojos empezaban a cerrarse, pero se sacudió un poco la cabeza y se puso seria. No era hora de dormir todavía.

Se puso unas zapatillas de felpa que habían preparadas para salir del cuarto de baño, y cuando abrió la puerta, un fuerte olor a carne recién hecha inundó sus fosas nasales. Salió del baño y se encontró con la guitarrista y el orador sentados en la lujosa mesa, esperándola. Sin embargo, ella se ruborizó al instante. El orador volvía a estar sin la cazadora y no se molestaba en tapar su torso.

-Vaya, que rápida has sido. –Dijo él levantándose y colocándose detrás de una de las sillas para ofrecérsela a ella. –Bueno, supongo que será por el hambre que tienes. Ven, vamos a cenar y después dormiremos.

Ella miraba a la silla y, casi como un resorte, sus tripas empezaron a sonar con fuerza. Se ruborizó un poco más y se sentó con ellos, con un tímido “gracias”.

La cena era, como poco, exquisita. Para cada uno había un buen filete de carne que Saku no quiso preguntar de donde era, pero que al probarlo prácticamente se le derritió en la boca. La carne estaba acompañada de unas pequeñas frutas calientes que no supo distinguir, pero que realmente hacían que su paladar saltara de júbilo. Cuando fue a beber se detuvo al ver el rojo contenido de su copa.

-Disculpen… ¿No habrá un poco de agua? –Preguntó ella con un hilo de voz.
-¿Agua? ¿No te gusta el vino? –Dijo extrañado el señor Arakeist.
-No… es alcohol, es algo pecaminoso. –Contestó la muchacha con énfasis.

La guitarrista y su hermano se miraron un momento, y contuvieron la risa tan solo por educación. Acto seguido, la mujer agarró la copa de Saku, se la bebió entera de un solo trago y la rellenó de agua.

-¿Mejor?
-Si… gracias, señorita…
-Säbel. –Dijo ella mientras se llevaba otro trozo de carne a la boca.
-Señorita Säbel… -Después se giró al hombre. -¿Y usted se llama…?
-Linkaín. –Él bebió un largo trago de vino y lo dejó en la mesa. –Siento no habernos presentado antes. Somos Säbel y Linkaín Arakeist. Y, como ya sabías al pedirnos venir con nosotros… somos Guerreros Grises.

Ella se puso nerviosa de pronto. ¿Qué iba a hacer si le preguntaban de donde venía?

-Una de las normas que nosotros tenemos… -Siguió diciendo Linkaín. –Es que no preguntamos de donde venimos a no ser que el interpelado quiera decirlo. Así que, Saku… ¿Nos dirás de donde vienes?
-Esto… pues la verdad es que… vengo de… -La lengua se le trababa al intentar decir alguna mentira que fuera fiable. Se calló al ver como Linkaín reía.
-Tranquila. –Rellenó su copa y la de su hermana, y ambos bebieron con avidez. –No es un interrogatorio, así que no tienes por qué contestar. Alguna cosa tenemos en mente, pero claro, no la vamos a decir… -Se giró un poco y señaló un montón de ropa bien doblada de encima de una de las sillas. –Ahí tienes un pijama y ropa limpia para mañana. Saldremos en cuanto terminemos de desayunar, así que procura dormir mucho.
-¿Dónde dormiré? –Dijo con un hilillo de voz la monja.
-Pues con nosotros. –Dijo extrañado él volviendo a mirarla. –La pregunta es un poco extraña.
-No, me refiero… En qué cama.
-En la mía. –Dijo la silenciosa guitarrista.
-Pero… ¿Y usted, señorita Säbel?
-Con mi hermano.

La tranquilidad de la respuesta desconcertó a Saku por un momento. Acto seguido, Säbel se levantó de su silla y, sin mediar palabra, se metió en el baño.

-¿Está… molesta conmigo? –Preguntó a Linkaín.
-¿Molesta? En absoluto. –Este se levantó y agarró la ropa para Saku. –Aprenderás, querida, que mi hermana es una de las personas más silenciosas de todo el mundo. Ahora… -Colocó el pijama en las manos de la chica. –Ve al dormitorio y ponte el pijama. Será mejor que te acostumbres a la ropa interior, no tenemos más que eso. ¿De acuerdo?

Ella asintió y caminó hacia la segunda puerta. Escuchó como Linkaín volvía a rellenar su copa y dejó de escuchar al pasar por el marco de la habitación. Al encender la luz, se encontró con una estancia espaciosa, con grandes armarios rojizos haciendo juego con la madera de los muebles y de las camas. Las sábanas eran de un dorado claro y las mantas, del mismo granate que predominaba en toda la estancia. Las camas eran grandes, pero tan solo había dos. Se acercó a una de ellas y dejó la ropa que le habían dado para observarla con más detenimiento. Era ropa sencilla, pero de tal calidad que al tocarla con los dedos se asombró de la suavidad. Se componían tan solo de una camisa de largas mangas de color blanco y unos pantalones del mismo color. La ropa interior era igual de sencilla y con el mismo tono. Cuando hubo terminado de colocarse el pijama, se sentó un momento en la cama.

-Que mullida… -Dijo en voz baja, y pasó la mano por las mantas. –Y que suave…

En ese momento entró Säbel tan solo con una toalla rodeándole el cuerpo y con el largo cabello azulado suelto y mojado pegándosele en la piel. Cuando Saku se levantó, notó en el aire un fino olor a hierbas que provenía de ella.

No dijo nada. Cerró la puerta, se dirigió a uno de los armarios, lo abrió y sacó un pijama parecido al suyo, solo que este era de un color grisáceo plateado. Se desprendió de la toalla dejándola caer al suelo al mismo tiempo que Saku se daba la vuelta, colorada. Había visto a otras chicas vestirse desde que tenía uso de razón, pero eso no era escusa para tener el decoro mínimo para con una extraña. Al cabo de unos segundos, Säbel estaba sentada en la otra cama, enfrente de Saku, y empezó a abrir las sábanas para poder meterse dentro.

-Esto… Señorita Säbel…
-Säbel a secas. –Dijo ella sin mirarla.
-Sería algo poco educado dirigirme a usted sin el debido respeto. –Dijo extrañada la monja.
-El respeto me resbala. –Contestó sin inmutarse la peliazul. –Solo debo tener el respeto de quienes me temen.
-Pero eso es algo muy triste…

Ella se encogió de hombros y se metió dentro de la cama justo en el momento en que Linkaín entraba con un pantalón de pijama igual al de su hermana, con el cabello mojado y sin nada más. Saku volvió a ruborizarse y se levantó de la cama.

-Señor Linkaín, por favor. ¿Por qué no puede colocarse algo en el torso?
-¿Perdón?
-Es poco decoroso presentarse ante dos señoritas con el torso al descubierto. –Dijo con énfasis la muchacha. –Los cuerpos desnudos solo los pueden ver las madres y las parejas, no es bueno que nadie más los vea.
-¿No es bueno? ¿Para quién? –Preguntó con una sonrisa el castaño mientras se acercaba a la cama donde estaba su hermana.
-Pues… para todos… -A Saku le extrañaba la pregunta que le acababa de hacer. –Es por todos sabido…
-Demasiado blanco. –Dijo Säbel estirándose cuan larga era en la cama. Luego, abrió las sábanas para que entrara su hermano.
-¿Dormirán juntos? –La cara de estupor de ella hizo que Linkaín riera de nuevo.
-Que poco sabes de la vida, Saku… -Linkaín se metió dentro de la cama y se tapó. –Anda, duérmete, que mañana tenemos que viajar.
-Pero…
-A dormir.

La voz de Säbel hizo que Saku diera un respingo. Rápidamente se metió en la cama y, al poco tiempo, se apagaron las luces por si solas. Saku no pudo dormir durante mucho rato, incluso después de escuchar las respiraciones de los hermanos.

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Una extraña tonada desde el reloj despertador hizo que Saku abriera los ojos. Su cuerpo cansado le pedía más horas de sueño, pero sabía que no podría hacer nada. Además, debía hacer sus primeros rezos, así que se incorporó en la cama como buenamente pudo.

Pensó en lo que había ocurrido y en cómo estaban saliendo las cosas. De momento, nada iba tan mal… Pero debía despertarlos para empezar los rezos. Si no rezaban pronto se pasaría la hora.

Se giró y encontró la cama de sus acompañantes vacía y deshecha, y las ropas tiradas en el suelo de cualquier modo.

-Ña… ¿Acaso no les han enseñado a estos dos que deben dejar bien colocadas sus pertenencias?

La chica se levantó y se dio cuenta de que encima de la cama donde había dormido había un conjunto de ropa. Lo levantó un momento y se encontró con un conjunto de camisa y falda de color blanco, con una corbata de color azul celeste. También había unos largos calcetines del azul de la corbata y unos zapatos blancos. Con la sorpresa dibujada en la cara, Saku empezó a cambiarse de ropa, preguntándose cómo diantres habían conseguido su talla. Cuando miró la corbata se preguntó si debía ponérsela… Y cómo ponérsela.

En ese momento entró Säbel en la habitación vestida con una especie de uniforme. Llevaba una chaqueta de un gris oscuro parecido a la camisa de Saku, pero con hombreras. Llevaba una especie de pañuelo alrededor del cuello y de la espalda, de un gris claro, y una falda a cuadros con los tres matices de colores: Blanco, negro y gris. Venía perfectamente peinada y perfectamente pulcra, y en su mano un largo estuche para una guitarra.

-¿Lista?

La pregunta fue tan escueta como sorpresiva para la muchacha. Saku miró a los lados buscando sus cosas.

-Solo… solo necesito saber cómo ponerme la corbata… recoger mi bastón… mi rosario… mi biblia y… mi ropa… y hacer mis rezos… -Miró con una sonrisa a la peliazul. –Asumo que vosotros ya habéis rezado, ya que estáis listos para partir.
-¿No que los rezos se suelen hacer a las cinco de la mañana? –Preguntó la voz de Linkaín desde el salón de la estancia. Säbel agarró la corbata azul de la monja y la pasó por detrás de su cuello, haciendo el nudo con un rápido movimiento.
-Esto… Si… ¿Qué hora…?

En ese momento miró por primera vez el reloj despertador. ¡Eran las diez y media de la mañana!

-¡Oh por el Altísimo, he descuidado mis deberes!
-Eso ya no importa, reza por tu alma todo lo que quieras en el autobús que nos tenemos que ir. –Seguía diciendo el chico desde la sala.
-Pero…
-Vamos.

De nuevo, la palabra de Säbel pareció más que una petición una orden, y como la vez pasada a la noche, Saku no pudo evitar hacerle caso… se levantó, agarró sus cosas y salió con ella de la habitación. Al salir se encontró con que Linkaín llevaba un uniforme muy parecido al de Säbel, solo que en vez de llevar falda a cuadros llevaba unos pantalones grises… Algo lógico.

El chico la miró y vio que llevaba todas sus cosas en las manos. Se le acercó, agarró la ropa sucia de la noche anterior y la dejó en el suelo.

-Donde vamos no te va a servir eso. El resto, si quieres conservarlo, es cosa tuya. –Acto seguido, el castaño sacó un teléfono móvil de su camisa y apretó un botón. Su hermana, por su parte, abrió la puerta de la habitación y salió de la habitación. -¿Cómo están los preparativos? Ahá… Bien… De acuerdo, vamos a bajar. –Y colgó la llamada.

Saku salió por la puerta, siguiendo a Säbel. En el recibidor de las puertas de las habitaciones se encontró con otras dos personas, ambas con el uniforme que llevaban Säbel y Linkaín. Había un hombre rubio con los cabellos algo largos que llevaba también un estuche de guitarra, pero con el mástil más largo. Los ojos de aquel hombre parecían cansados. A su lado había una mujer de cabellos largos y grises que a Saku le resultó muy familiar, y que llevaba una simple maleta de piel negra. Ambos estaban conversando en voz baja y no se dieron cuenta de que Saku se les acercaba.

-… Y entonces saltó encima de ella. –Dijo cansado el hombre rubio.
-… A veces me pregunto qué vio en él… -La chica suspiró y se masajeó las sienes. –Si, es un buen guerrero, pero se toma demasiado en serio su lucha contra ellos.
-Está en su naturaleza, Zelcia… -Dijo él con una sonrisa. –Nació para ello.
-Si, y técnicamente yo nací divina. –Contestó ella con un movimiento de manos que hizo que su cabello se moviera hacia atrás. –Y eso no me da derecho a hacer lo que me plazca.
-Bueno, gracias a él tenemos la fama de grupo fuerte que queríamos. –El hombre rubio se rascó el mentón. –Además, todavía sigue resentido con ellos. Ya sabes que casi acaba con una de las del hotel…
-A callar todo el mundo.

La voz de Linkaín hizo que todos lo miraran. Llevaba un largo estuche para su teclado y su rostro lucía una sonrisa.

-Bien… ¿Dónde diablos está Smooky?
-Sigue durmiendo. –Le respondió el hombre rubio.
-¿Le avisaste que nos íbamos a esta hora?
-Por supuesto pero… ¿Cuándo le han importado ese tipo de reglas?

El hombre de cabellos castaños suspiró y miró a la chica de cabellos grises.

-Zelcia… ¿Podrías ir a despertarlo, por favor?
-Será un placer.

La mujer se dirigió a una de las puertas y esta se abrió sin siquiera tocar el pomo. Desapareció en la oscuridad del cuarto, y a los pocos segundos…

-¡Tu puta madre, Zelcia! ¡Métete el dedo por el culo!

Saku pegó un respingo. Definitivamente esas palabras eran las últimas que esperaba escuchar, e instintivamente se santiguó rápidamente, algo que no pasó desapercibido al hombre rubio.

-¿Quién es esta?
-Eh, un poco más de respeto, que es una niña. –Dijo riendo Linkaín. Saku se enfurruñó: No era una niña. –Se llama Saku, quiere venir con nosotros.
-¿Venir con nosotros? ¿A dónde, a Gryphon? –La cara del rubio era un poema. -¿Acaso sabe algo de ese sitio?
-No creo que sepa absolutamente nada. –Contestó Linkaín con una sonrisa. –Pero de esos temas ya hablaremos por el camino, que son quince horas de viaje en el autobús y yo tengo sueño.

El rubio se encogió de hombros mientras el hombre de dentro de la habitación volvía a gritar, y dirigió su mirada a Saku. Los ojos azules de aquel hombre le resultaron… extraños… con un brillo antinatural pero, a la vez, muy atrayentes.

-En fin… Saku. ¿Verdad?
-Ah… si, así es… Encantada…
-Lleva el uniforme blanco.
-Intencionadamente. –Dijo Säbel, y el rubio se encogió de hombros de nuevo.
-Está bien, está bien… Mi nombre es Taanis Senju, soy el bajista del grupo. –Le acercó la mano para estrecharla. Saku lo hizo con una sonrisa.
-Encantada de conocerle, señor Taanis. –Le dijo ella, pensando en que por fin había encontrado una persona más normal que los señores Arakeist.

Un estruendo salió de la habitación, y un hombre cayó al suelo solo con los pantalones del uniforme. Se levantó como una exhalación y se puso en una posición de batalla extraña, como si quisiera hacer algo con sus manos… o con sus uñas. Sus cabellos rubios eran cortos y alocados, y sus ojos verdes tenían un tinte de locura.

-¡Sigue así y te destripo, diablo de mujer!

Desde dentro salió la mujer de los cabellos grises con el resto del uniforme de él, y se lo tiró a la cabeza. El recién llegado los atrapó al vuelo y la siguió amenazando con la mirada.

-Idiota, tenemos que irnos. Ahora.
-A mi no me da órdenes una de tu calaña. –Contestó él.
-Nos vamos. –Dijo Säbel, y se hizo el silencio. –El que no venga ahora, responderá ante el líder por desertor.

La chica pelogris sonrió y agarró de nuevo su maleta, y Taanis tan solo se acercó a Saku. La monja no sabía que hacer porque el hombre rubio solo se quedó callado e inmóvil.

-¿Qué le ha pasado?
-Oh, tranquila, le pasa siempre. Vámonos. –Taanis agarró de la mano a la monja como si fuera una niña y empezó a caminar.

Con un pensamiento de extrañeza, miró a las tres personas que acababa de conocer. Ella le resultaba muy familiar, con su cabello largo y gris… y era bella, pero tenía una belleza dura, fiera… Taanis, por su parte, parecía una persona agradable, pero le incomodaban esos ojos tan… atrayentes. El recién llegado, que ahora trotaba detrás de ellos refunfuñando en voz baja mientras se colocaba el uniforme tenía una cara que no se podía decir “tranquila”, y realmente daba miedo. Rezó para no quedarse a solas con él.

Llegaron de nuevo al ascensor, el cual los estaba esperando, y subieron los seis. Allí dentro empezaron a hablar.

-¿Qué ocurrió con el concierto? –Preguntó Linkaín.
-Oh, lo de siempre. –Contestó la mujer de cabellos grises. –Ya sabes que esos simples humanos no sabrían distinguir un vampiro de un generalmente llamado “demonio”.
-Oh… ¿Noto acaso algo de resentimiento en tu voz, Zelcia? –Preguntó divertido el rubio con la cara de loco.

Ahora que lo veía bien, Saku pudo distinguir unas grandes ojeras bajo sus verdes ojos. Unos ojos de un verde salvaje.

-Cállate, lobito, soy infinitamente más poderosa que esos simples cainitas. –Le respondió la muchacha con una mirada glacial.
-Si, eres la todo poderosa Zelcia, terror de los vampiros. Uuuuh, que miedo. Vete a paseo guapa.
-Smooky, ya basta. –Tajante, Linkaín hizo que el rubio sonriera y cambiara de lugar la mirada. –Entonces no ha habido problemas para acallar los rumores. ¿Verdad?
-Ningún problema, como había planeado. –Dijo Zelcia con una sonrisa. –Además, nuestros fans solo recordarán que fue un conciertazo, nada más.
-¿Por qué?

La pregunta nació en los labios de Saku sin darse cuenta, y se arrepintió al instante. Todos se giraron a mirarla.

-¿Quién coño es esta niñata? –Preguntó el rubio.
-No te pases con la pequeña, idiota. –Dijo Zelcia, y luego miró a Linkaín. -¿Quién es?
-Su nombre es Saku. Vendrá con nosotros. Se la vamos a presentar. –Dijo encogiéndose de hombros el señor Arakeist.
-¿Estás seguro? Tiene el uniforme blanco. –Preguntó la peligris. Linkaín asintió.
-Es intencionado, tranquila.
-¿Qué pasa con el uniforme blanco? ¿Y qué ocurrió en el concierto?

Zelcia suspiró, Linkaín hizo un gesto con la cabeza hacia ella.

-Verás… nosotros…
-Sabe qué somos. –Dijo Säbel tajante.
-Ah. ¿Sabe que somos Guerreros Grises? –Preguntó con expresión de sorpresa la pelogris. –Entonces será mucho más fácil.

¡¿Acaso todos ellos eran Guerreros Grises?! Aquello ya empezaba a marearla, pero la monja no dio pie a que se dieran cuenta.

-Bueno, entonces… Había una plaga de vampiros en ese pueblo. –Contó Zelcia mientras el ascensor emitía un pequeño sonido de campanita y las puertas se abrieron.

Afuera, se podía ver un grupo de personas de arriba para abajo, hablando con los encargados del hotel, cuyos uniformes eran igual que la noche pasada, con chaquetas rojas impolutas. Linkaín hizo un gesto a una chica. Esta se acercó y recogió las llaves del grupo.

-Espero que hayan disfrutado de su estancia, señores.
-Por supuesto. Dile al señor Giovanni que ha sido un placer hospedarnos en su hotel. –Linkaín sonrió y le soltó unas cuantas monedas a la chica. –Toma, de propina.
-Oh, muchas gracias señor. Su autobús está esperando en la puerta. Tengan cuidado con los fans.
-Si, todos sabemos que son más peligrosos que una jauría de Garous enfurecidos. –Dijo Smooky riendo mientras se dirigía a la puerta de cristal.
-¿Qué son los Garous? –Preguntó Saku.
-Ahora no. –La escueta respuesta de Zelcia la hizo callar, y todos se armaron con sus maletas.

Abrieron las puertas, y un fuerte griterío entró en el hotel. Cientos de personas estaban en las inmediaciones del camino entre el hotel y el autobús de dos pisos que había estacionado en la calle, pero para llegar a él debían atravesar la nada desdeñable distancia de quince metros llenos de fans. Fans que gritaban, que pedían autógrafos, que pedían tocar a los miembros del grupo. Smooky se aventó con ellos, dirigiéndose en especial a las mujeres, las cuales le pedían un beso o un abrazo. Smooky solo se reía y les besaba en la mejilla, y después se marchaba. Taanis hacía más o menos lo mismo mientras Linkaín saludaba y firmaba autógrafos. Säbel palmeaba las manos de los que le pedían tocarla, y Zelcia había adoptado el papel de protectora de Saku, pero no dejaba de sonreírle a las personas que le pedían que las mirara. Saku se dio cuenta de que aquello no era normal. Tanta pasión, tanta… lujuria. Si, eso era lo que sentía, lujuria por los miembros del grupo. ¿Cómo la gente podía sentir tal lujuria por personas que solo conocían de vista o solo por su voz? No lo comprendía, pero aquella marea de sentimientos empezaba a arrastrarla y a medio camino empezó a sentirse mareada. Empezaba a sentir un extraño placer por estar al lado de ellos.

-No te dejes atrapar. –Dijo entre el griterío la peligris, empujándola hacia el autobús lenta pero sin detenerse. –No te dejes atrapar por esto o no sobrevivirás ni un día con nosotros.

Saku creía saber a qué se refería, pero era algo muy difícil. Los sentimientos empezaban a aflorar de una manera que no comprendía, con toda la fuerza de la marea de personas. Algunas personas preguntaban que quién era ella, que porqué le permitían estar junto al grupo. Ante tales comentarios Saku solo no pudo más que sonreír con altanería. Ella estaba al lado de esos ídolos, de esas personas que tanto amor y pasión desataban. Un sudor frío empezó a surgir de sus poros.

-Mantente serena. –Le gritó Zelcia, y la empujó dentro del autobús. Poco a poco la llevó hasta uno de los asientos. Cuando Saku se sentó, miró sonriente a Zelcia. –No, eso no está bien. ¿Vale? Tienes que resistir lo que has sentido.
-¿Resistir? ¿Cómo que resistir? Si no me ha pasado nada, no me ha hecho daño ni…
-No me refiero al dolor, si no a la pasión. –Dijo Zelcia mientras le abrochaba el cinturón. El roce de su contacto hacía que un escalofrío placentero recorriera a la monja. –Si llego a saber que eres así de empática le digo a Taanis que fuera él quien te acompañara.
-¿Empática?
-Ya te contaré luego.

Los miembros del grupo empezaron a subir al autobús. El primero en entrar fue Smooky, el cual se dirigió a la parte trasera del transporte, fuera de la vista de Saku. Después subieron Linkaín y Säbel, y por último Taanis.

-¿Qué ha pasado? –Preguntó Linkaín al ver a Saku con aquella sonrisa tan radiante. –Parece una de las de afuera.
-Me has dejado a la niña, y nadie me dijo que era empática. –Dijo Zelcia caminando hacia el fondo del autobús.
-¿Empática? ¿Y yo que sabía? –Dijo Linkaín encogiéndose de hombros. –Si eso, simplemente tenemos que alejarnos de esa furia de personas y se encontrará mejor.
-Yo me encuentro bien. –Dijo Saku sin dejar de sonreír y mirar a Linkaín. –No entiendo porqué tan preocupados, en serio. Estoy muy bien, muy contenta, muy…
-Cachonda. –Dijo Smooky desde el fondo del autobús.
-Si, esa es la palabra. –Dijo Taanis, y se acercó a Saku. Le tocó la frente, y al hacerlo Saku se estremeció. –Mejor será que duermas.
-Pero…
-Plumas del sueño, envolved con vuestro cálido abrazo el alma de esta persona.

Cuando Taanis dejó de hablar, los ojos de Saku empezaron a cerrarse sin remedio. ¡No! ¡Debía mantenerse despierta! Quería seguir con ellos, por más tiempo.

Pero se durmió.

-Despierta, bella durmiente. –Dijo una voz.

Saku abrió los ojos. Todavía estaba en el autobús, sentada y con el cinturón abrochado. Miró de donde provenía la voz y se encontró con Zelcia sentada en un sillón delante de ella con una cerveza en la mano y las piernas cruzadas. La cabeza le daba vueltas a la monja y se sujetaba las sienes con ambas manos.

-¿Ya estás más cuerda?
-¿Qué… me ha pasado?
-Caíste dentro del influjo de uno de mis… poderes. –Dijo Zelcia sorbiendo de su botella. Después la miró divertida. –Si te hubiera pedido que te desnudaras en ese momento lo habrías hecho sin pensarlo.
-¡¿Qué?!
-Pero tranquila, no somos así de malvados. –Riendo, Zelcia se levantó y desabrochó el cinturón de Saku. –Ven, vamos a beber algo.
-Usted ya está bebiendo algo. –Dijo ella mientras se levantaba.

En ese momento se fijó en el interior del autobús. Parecía una autocaravana, con mesas, sillones y una cocina al fondo. Todo tenía un color neutro de gris. En la parte derecha se encontraban Smooky y Linkaín bebiendo sentados en dos butacas y viendo una película en una televisión, al lado de la cristalera. A la parte izquierda se encontraban Säbel y Taanis, la primera estirada en una cama y Taanis leyendo un gran y viejo libro, en una butaca al lado de la ventana. El sol estaba alto todavía, y por la parte exterior se veía la autopista.

Zelcia le llevó hacia la cocina, y en su interior abrió una gran nevera.

-Dime. ¿Qué quieres tomar? ¿Cerveza? ¿Vino? ¿Té helado?
-Eh… nada de alcohol, por favor…
-Oh, entonces té.

La pelogris sacó una botella de cristal con un líquido marrón amarillento y una segunda botella de cerveza, y le tendió la primera a Saku. Después, volvieron a sentarse en el mismo sitio. Smooky veía la televisión, Linkaín estaba durmiendo a su lado con un sombrero mexicano en la cabeza que impedía verle la cara, Säbel seguía en la cama pero esta vez solo estaba sentada mirando hacia el frente como si mirase al vacío, y Taanis no se había movido ni un ápice.

-Bien… ¿Cómo te sientes? –Preguntó Zelcia al estar de nuevo ambas sentadas y haber tomado el primer trago.
-Bien… solo que con un gran dolor de cabeza…
-Eso es normal en estos casos. Eres una persona muy empática, es decir, que te afectan los sentimientos de los demás. –Explicó la Guerrera Gris a Saku.
-Pues no me había dado cuenta nunca… -Comentó la monja bebiendo de su té. Estaba delicioso.
-Intenta hacer memoria. ¿Sabes si tus padres alguna vez se ponían tristes cuando llorabas o se enfadaban cuando tu estabas enfadada?

Saku bajó un poco la cabeza, pero después miró con una sonrisa a Zelcia.

-No conocí nunca a mis padres, me crié en un orfanato.

Zelcia guardó silencio y sonrió.

-No es tan extraño estos días… en fin, vamos a cambiar de tema. –Bebió de su botella y la señaló a ella. –Dime. ¿Hay algo que quieras saber? Recuerdo que me preguntaste algo en el ascensor pero no recuerdo el qué.
-Oh, si… -Empezó a hacer memoria, pero le producía un fuerte punzamiento doloros en el cerebro hacerlo. -¿Qué pasó en el concierto…? ¿Cómo es que no hablarán de ello en las noticias?

Zelcia volvió a beber de su botella y la miró con una sonrisa.

-Veamos… Lo primero que debes saber es que existe una guerra. Una guerra muy, muy antigua, en la cual existen dos bandos. Existen el bando de los “Divinos Señores de Dios” –al decir esta última frase, hizo el símbolo de las comillas demostrando un muy poco respeto. –que, técnicamente, eran los “buenos” –De nuevo, el símbolo de las comillas. –. Y, después, está el bando de los “Diabólicos Amos del Infierno” –De nuevo, movimiento con las manos para hacer las comillas de turno. –que en un principio eran los “malos” –y una vez más, el movimiento de manos se hizo presente. –. Bien, ahora que ya sabes que hay dos bandos, has de saber que los de arriba, es decir, el bando de Dios, no es tan bueno como sus propias escrituras explican, y tampoco son tan malvados los de abajo, los del Infierno.

Saku estaba atenta a las palabras que le estaba contando Zelcia. En cierta medida, le estaban dando mareos por la información, ya que estaba diciendo que Dios… ¿Era malvado…? Prefirió escuchar antes de sacar conclusiones.

-El caso es que estos dos lados, vamos a llamarlos “Iglesia” y “Cripta”…
-Por ponerles un nombre al azar. ¿No? –Dijo Taanis que se había sentado a su lado mientras dejaba el pesado volumen en la mesa.
-Totalmente al azar. –Rió Zelcia mientras se recostaba en la butaca. –Pues eso, vamos a llamarlos “Iglesia” a los de Dios y “Cripta” a los del Infierno… llevan luchando por la humanidad desde que los humanos aparecieron hace millones de años… Pero claro, no de forma tan abierta como ahora. Antes no existía ni la Iglesia ni la Cripta, si no que todos formaban sus propias creencias y creían en sus propios dioses. Por ejemplo, en la India, quinientos años antes de que el “Profeta” de la Iglesia naciera, nació el gran Siddhārtha Gautama, también conocido como Śākyamuni, Tathāgata o como casi todos los occidentales le llaman: "El Buda".
-O muchos siglos antes de que ese “Profeta” naciera también existieron los dioses en el antiguo Egipto. –Corroboró Taanis.
-Sin embargo… -Saku habló por primera vez, algo molesta. –Tanto la religión Budista como la religión Egipcia fueron erradicadas o no son tan importantes como la Iglesia Cristiana.
-¿Qué el budismo no es importante? –Dijo Zelcia abriendo los ojos como si fuese la primera vez que ve a una chica.
-Muchacha, no debes decir eso antes de escucharlo todo. –Secundó con una sonrisa Taanis.
-Pero…
-Nada de peros.
-Mira, Saku… ¿Saku, era? Si, Saku… -Zelcia se masajeó la frente un momento y luego miró a la monja. –Te estoy diciendo que cada uno creía en los dioses que veía y creía. Todas las sectas religiosas o grupos espirituales tienen un fondo común: un ser de poder supremo. Los cristianos lo llamaron “Dios”, para los budistas era Sakyamuni, es decir, el Buda, para los nórdicos era “Odín”… Sin embargo, llegó un momento en la historia en que una de las sectas no soportó al resto y quiso erradicar a las demás.
-Así empezó la expansión del cristianismo. –Comentó Taanis mientras miraba hacia la parte trasera del autobús.
-¿La expansión del Cristianismo? –Preguntó extrañada Saku. –Pero… eso fue para llevar la palabra de Dios al resto del mundo.
-Así es como lo llamaron ellos. –Dijo Zelcia con una sonrisa sin un ápice de humor. –Pero en realidad fue una matanza por el control de las tierras.
-Algunos de nosotros fuimos perseguidos… otros fueron masacrados… y en el mejor de los casos, unos pocos fueron ignorados por esos “salvadores”. –Taanis suspiró, y se colocó mejor en el asiento.
-El caso es que cuando nació su “profeta”, la Iglesia se hizo más poderosa, pues una parte de ese ente llamado Dios se encarnó en su cuerpo, algo que no está permitido entre ellos, y dio poder a sus seguidores en la tierra… algo que hizo que su expansión empezara con más fuerza. –Zelcia bebió de su botella, como si se hubiera quedado sin energía, y continuó. –Rompieron una de las más altas leyes que tenían los seres de clase “divina”, la cual es “respetar a todos los demás seres divinos”… Pero con una sola frase te puedo resumir lo que hicieron ellos: “Todo aquel que no siga el cristianismo es seguidor del Diablo”.

Saku dio un respingo en su sitio, y bebió de su té helado un poco más. Aquello empezaba a punzarle en la espalda, porque estaban hablando de la gloriosa historia de Dios como si fuera algo malo…

-Bueno, al grano… -Zelcia se colocó de nuevo hacia delante con su típica sonrisa. –Desde esa época, la “Iglesia” se conformó como una de las grandes religiones… pero no le bastó eso, porque se empezó a expandir gracias al poder que dejó su ente supremo al encarnarse en un cuerpo mortal. Gracias a eso mucha gente murió por las convicciones de los cristianos, y la parte oscura de esa religión llamó a todas las criaturas místicas, mágicas y espirituales que no pertenecieran a su religión con el nombre de “diablo”. Entonces, esa misma parte oscura decidió así, en un arranque de originalidad que les dio, que todos ellos estaban dentro de lo que ellos llaman “La Cripta del Diablo”.
-Desde ese momento, la “Iglesia” y la “Cripta” han estado en guerra. –Dijo Taanis levantándose. –La Iglesia son todos los que no aceptan las religiones de los demás, y la Cripta son todas las demás religiones que no son la cristiana.
-Y los que no creen en Dios, los que reniegan de la fe a Dios, los que saben que Dios existe pero no lo siguen… –la mujer fue enumerándolos uno a uno con los dedos.
-Es decir… La totalidad del mundo. –Suspiró el rubio encogiéndose de hombros.
-Pero esa guerra es secreta. –Dijo ella de nuevo. –Porque… Imagínate que las autoridades del mundo, que tienen tanta tecnología que no se ven ni los pies, descubrieran que existe la magia, los entes místicos y los dioses.

Saku pensó un momento en ello y sonrió con felicidad.

-Sería una utopía comparable al Jardín del Edén. –Dijo la muchacha mirándolos maravillada. Que gran idea habían tenido.

Sin embargo, Taanis contuvo su risa, y Zelcia negó con la cabeza.

-Cariño, tienes mucho que aprender… No existe esa utopía de la que hablas… Los humanos son tan malvados como los demonios que creen que existe la Iglesia. –la mujer dejó la botella de cerveza en la mesilla donde estaba el libro del rubio. –Los humanos no comprenderían, ni lo intentarían. Los humanos temen aquello que no entienden, y por no entenderlo, lo eliminan. De eso se aprovechó la Iglesia. Pero eso es otra historia. El caso es que si la Iglesia dijera ahora que existe la magia y todo eso, los científicos se frotarían las manos para estudiar esa energía… sin pensar en los sacrificios que debieran hacer.
-Por eso mañana no se dirá nada sobre el incidente con los vampiros. –Dijo Taanis mirando por la cristalera. Empezaba a oscurecer. –Porque no hubo testigos, ni tampoco quieren que los hayan.
-¿No hubo testigos? –La sorpresa de Saku fue enorme. –Pero… pero si la carpa estaba llena de gente, de vuestros seguidores, y todos vieron como varias personas saltaban encima de vosotros. ¿Cómo no va a haber testigos?
-Por la magia. –Dijo Zelcia con tranquilidad.
-En nuestras canciones –contestó Taanis. –hay impresa una magia muy poderosa. Es un tipo de hipnosis que se transmite gracias al sonido.
-Esa magia lo que hace es sustituir los recuerdos que nosotros queremos que se borren por otros que nosotros hemos seleccionado. –Explicó Zelcia.
-Cuando pasó el ataque, todas las personas que estaban en el concierto habían recibido las ondas hipnóticas de nuestra magia. –el rubio se había levantado y hacía movimientos con las manos como si fueran ondas. –El gran punto es que, al pasar una simple hora, olvidaron todo lo que había pasado, y los que lo recordaban lo recordarían como un sueño. El concierto fue algo impresionante y de gran escala.
-El mejor hechizo que jamás podrías haber creado, muchacho. –Dijo la mujer riendo.
-¿Para qué negarlo? Me esforcé mucho por conseguirlo.
-Entonces… ¿Cómo es que yo si recuerdo todo? –Preguntó Saku.
-Simple. ¿Dónde pasaste la noche? –Dijo el chico.
-Pues… con los señores Arakeist.
-Pues ahí tienes la respuesta. Durante la noche no te afecto nuestra magia por estar con nosotros. –Taanis se giró a la cristalera. Habían entrado en la ciudad. –En fin, vamos a ir despertando a los otros tres, que ya estamos llegando a Gryphon.
-¿Qué es Gryphon?
-Nuestra sede.

Taanis se dirigió a la parte trasera mientras Saku se levantaba del asiento. Allí atrás se podía ver perfectamente como los tres Guerreros Grises que los acompañaban estaban completamente dormidos: Säbel volvía a estar tapada y estirada en la cama, Linkaín no se había movido con su sombrero en la cabeza y Smooky había dejado caer la cabeza hacia la cristalera. La película hacía rato que se había acabado. El rubio se acercó a Säbel y simplemente le tocó en el brazo. La chica de pelo azul abrió los ojos y miró a su compañero.

-Vamos a llegar.

Tan solo asintió y miró a su hermano. Este, como si lo notara, despertó y se quitó el sombrero, bostezando quedamente. Movió ligeramente a Smooky, el cual lanzó una especie de gruñido, pero abrió los ojos con somnolencia.

-Los lobos somos nocturnos… -Dijo el rubio de ojos verdes.
-Si, pero estamos llegando a casa. –Contestó Linkaín mientras se levantaba.

Smooky miró a Linkaín con expresión fiera. Saku pensó que volvería a hacer un numerito como el del hotel, pero para su sorpresa, el rubio solo asintió y se levantó.

-Buenas noches tengáis todos. –Empezó a hablar Linkaín abriendo los brazos. Miró a Saku y sonrió. -¿Qué tal estás, Saku? ¿Pasaste un buen viaje? ¿Te encuentras mejor?
-Si señor Linkaín, estoy mucho mejor. –Contestó ella con una pequeña reverencia. Linkaín rió.
-No, por favor. Nada de “señor”.
-Te han calado. ¿Eh, “Señor” Arakeist? –Dijo divertido Smooky.
-Oh, cállate. –Riendo, Linkaín se acercó a Saku. –En fin, pronto llegaremos a la sede de los Guerreros Grises, Saku. ¿Estás lista para entrar en la boca del lobo?
-Eh… Si… Eso creo.
-Bien, porque una vez dentro no podrás volver atrás. ¿Todavía quieres entrar?
-Si, estoy decidida.

La sonrisa de Linkaín se hizo amplia, mientras que el resto también tenían una sonrisa algo extraña. Una pequeña sintonía sonó entonces por los altavoces del autobús, y una voz empezó a salir con parsimonia.

-Dentro de cinco minutos llegaremos a Gryphon.
-¡Perfecto! –El entusiasmo de Linkaín se contagió a la monja. –Es hora de prepararnos. A recoger nuestras cosas. Nosotros nos ocuparemos de llevar a Saku a su cita con él.
-Oh… ¿Acaso tienes intención de que la pruebe? –Dijo con un tono lascivo Zelcia que le puso los pelos de punta a Saku.
-Por supuesto, ha de probarla antes de usarla. ¿No? –Linkaín no había cambiado de expresión. –Vamos.

El grupo se movió como una sola persona ante la mirada de Saku. Todos empezaron a hacer algo sin que nadie les dijera nada, y lo hacían de una manera prácticamente perfecta. Zelcia sacó de la parte inferior de su butaca la maleta de piel que llevaba por la mañana, Taanis agarró el libro enorme que había dejado en la mesa y después se dirigió a donde había estado sentado para agarrar el estuche del bajo, Säbel se levantó de la cama y bajó de los estantes superiores el estuche de su guitarra y se dirigió hacia donde la monja se encontraba, Smooky se estiró y se dirigió a un armario, lo abrió y sacó un largo paquete de piel, y Linkaín se dirigió a la parte trasera del autobús y volvió con una botella de cerveza en una mano y el estuche de su teclado en la otra. Saku no sabía que hacer, así que empezó a buscar sus cosas hasta que la guitarrista se las señaló debajo de su asiento.

-Muchas gracias, señorita Säbel.
-Solo Säbel. –Dijo la peliazul, y se dirigió a la entrada del autobús justo en el momento en que este se detenía.

Saku miró por la ventana con curiosidad. Quería saber donde estaban para poder informar a la congregación, pero solo observó una ciudad sumida en la tranquilidad que da la noche. Se habían detenido frente a un alto edificio de metal y cristal con un gran cartel que ponía “Gryphon”.

Las puertas se abrieron, y Säbel fue la primera en salir. Le siguió Taanis y luego Zelcia. Smooky saltó después y lanzó un aullido aterrador que más que humano le hacía ver como una bestia, y Linkaín se colocó al lado de Saku.

-Aquí empieza tu andanza, Saku. Todavía estás a tiempo, pero en cuanto pongas un pie ahí, se acabará tu oportunidad para echarte atrás.

Saku miró a Linkaín. Este se veía muy serio, por lo que la monja tragó saliva y miró al frente. Sacó valor de su propio miedo y bajó los escalones del autobús. Cuando pisó el frío asfalto, notó como una corriente de energía la atravesaba. Quiso gritar igual que Smooky, pero se contuvo: No era decoroso que una dama gritara de alegría.

¿Alegría? Si, era alegría lo que sentía. No podía explicarlo de una mejor manera, pero ese sentimiento era como el de volver a casa, como el de encontrar algo que había perdido hacía mucho tiempo, un viejo amigo con el que habías perdido el contacto, un familiar que no habías visto hace años… Si, así se sentía ella, exultante de alegría.

Linkaín bajó detrás de ella y le puso la mano en el hombro. Cuando ella lo miró, vio que en su cara se reflejaba una sonrisa bastante extraña, como de complicidad.

-Si… Sabía que había talento en ti. –Dijo él, y acto seguido le señaló a los demás y al edificio. Vio que los otros, incluido Smooky, tenían todos la misma sonrisa que el castaño. –Bienvenida a un mundo lleno de diferencias… Bienvenida a Gryphon.

Saku miró hacia la puerta de cristal de la entrada y asintió. Solo en ese momento se dio cuenta de que en sus labios había una sonrisa que no sabía identificar. Los Guerreros Grises se giraron y emprendieron su camino hacia el interior del edificio, y Saku los siguió.

Las puertas automáticas se abrieron dejándolos pasar. Al entrar, Saku pudo ver a muchas personas en el propio vestíbulo incluso a esas horas de la noche. El vestíbulo, ya de por si, era impresionante. El color predominante era, igual que en el autobús, el color gris, pero de diferentes tonalidades. Gris perlado, gris plateado, gris antiguo, gris metal… Todos estaban perfectamente combinados en el entorno. Grandes sillones de piel grisácea frente a pequeñas mesas de un gris oscuro en las que reposaban algunas revistas o libros, baldosas resplandecientes de un gris tan oscuro que parecía negro, mostradores del color del metal… Pero lo que más le impresionó eran las personas que en ese lugar se movían. Eran de todo tipo de etnias, edades y sexos, y todos tenían un traje parecido al suyo pero con distintos colores. Los que más predominaban eran los que tenían su mismo traje pero con un color gris profundo con corbata negra en algunas personas y blancas en otras, pero también había gente con el uniforme de color blanco que Saku llevaba, y otras personas que lo llevaban de color negro con corbata roja. También había gente con ropa de calle normal que iban y venían, o que simplemente estaban esperando a algo o alguien.

A la derecha de la entrada había un mostrador metalizado con una muchacha de cabellos oscuros y uniforme gris con corbata blanca que les dio la bienvenida, y cuando Saku pasó, la chica, que no debería tener más edad que ella, le habló.

-Bienvenida a Gryphon, señorita. Mi nombre es Misao, y estaré aquí en cualquiera de las dudas que usted tenga.
-Oh… Es… Es un placer conocerla, señorita Misao. –Dijo Saku ruborizada e hizo una reverencia. –Yo soy Saku, hoy me incorporaré… o eso creo…
-¡Saku, no te quedes atrás! –Gritó Linkaín desde el fondo de la sala, y la monja se giró de golpe.
-Tengo… ¡Tengo que irme, perdone señorita Misao! –Gritó la muchacha corriendo hacia donde estaban los demás.

Se fijó un poco más en el vestíbulo mientras se acercaba. Entre el mostrador de entrada y los ascensores del fondo habían más o menos una distancia de quince a veinte metros, mientras que a la derecha habían varios sillones ocupados por personas con ropa de calle. También había un segundo mostrador al lado de los asientos, esta vez ocupado por un hombre con traje negro y corbata roja, que atendía al teléfono o hablaba con alguno de los presentes. En las paredes habían puertas de muy buen gusto de donde salían algunas personas con distintos uniformes, pero todas parecían atareadas. A la vez, también habían bellas obras de arte colgadas de las paredes. Cuando Saku alcanzó al grupo, pasaron al lado de un hermoso cuadro de un ángel con las alas blancas extendidas junto a otro con las alas negras plegadas, y frente a él había una mujer de cabellos cenicientos que lo miraba embelesada. Saku vio a la mujer cuando se acercaron. Era una mujer muy hermosa, pero estaba anormalmente pálida. Iba vestida como si estuviera en una época diferente, con colores blancos, grises y negros, con guantes y medias, y una minifalda que la hacía ver provocativa, y sus ojos no dejaban de mirar al cuadro. Taanis se acercó a ella y la meneó un poco por el brazo, ella se asustó y se giró a él con cara de enfado.

-Disculpe que la moleste señorita von Karma, pero se había quedado embobada por el cuadro.
-Oh… gracias, señor Senju. Que descuido por mi parte, quedarme viendo este hermoso cuadro. –Dijo con una voz frágil pero contundente. -¿Es una obra del señor Armando?
-Se nota que usted es una entendida en estos temas, señorita. –Dijo Taanis asintiendo. –Si, es una obra del señor Armando Bernard, hecho expresamente para nosotros.
-Es hermoso, como todas sus obras. No es perfecto, claro está, pero raya la perfección. –La mujer siguió mirando embobada el cuadro, pero esta vez se giró al rubio. –Tengo entendido de que puede que vuelva a aparecer por aquí el señor Bernard.
-Eso no es cosa mía, señorita. Eso son asuntos que ocupan a nuestros directores. –Dijo Taanis encogiéndose de hombros. Saku se fijó en que el resto del grupo los dejaba atrás, y el rubio se giró a la muchacha. –Saku, ve con ellos, yo tengo aquí como para un buen rato más.

La monja asintió y se lanzó hacia los ascensores, donde ya estaban esperándola los otros cuatro. Cuando ella llegó, al abrirse, se encontraron con un muchacho que llevaba un uniforme gris y corbata negra. Era bajito, más bajo que Saku, y tenía la piel amarillenta. Sus cabellos negros le cubrían la cabeza, y llevaba un sombrero de lana encima de ellos cubriéndole la mayoría de la cabeza. Cuando salió se giró al grupo y se abalanzó a Linkaín.

-¡Linka, por fin llegaste! –Gritó llorando el muchacho. Linkaín empezó a reír y acariciarle la cabeza como si fuera un perro.
-Si, ya estoy aquí, anda, tranquilo, tranquilo. ¿Qué te ha pasado esta vez? –Dijo mientras los demás reían.
-¡Es un martirio! ¡Un sufrimiento! ¡Una tortura! –Gritaba el chico separándose del Guerrero Gris. -¿Sabes que hasta ahora me ha hecho buscarle la colección completa de Dragon Ball en DVD en japonés subtitulada en español?
-Bueno, no es algo tan difícil de encontrar… -Dijo Zelcia.
-No, no es difícil de encontrar a una hora normal. –Al decir esto, puso énfasis en la última palabra. –Pero me lo pidió a las cuatro de la mañana de un domingo. ¿Cómo voy a encontrar eso a esa hora?
-¿Y ahora te ha mandado a hacer algo, Gami? –Preguntó Linkaín.
-Me ha pedido que le busque helado de sandía… –Con la cabeza gacha, se giró hacia una de las puertas. –Menos mal que de eso tenemos en la nevera…
-Ala, pues entonces no te entretengas… Que esa mujer es un auténtico demonio. –Dijo Smooky entrando en el ascensor. –Algún día la reventaré a mordiscos.
-Dice ella que si te acercas a su habitación por la noche, que te cortará tus partes nobles y se las dará de comer a su mascota. –el chico llamado Gami se empezó a dirigir hacia una de las puertas. –Nos vemos, Linka, Säb, señorita Shirubia, Smooky…
-¡Eh! ¡¿Por qué es a ella la única que le llamas por un nombre respetuoso?! –Dijo Smooky, pero Gami ya había abierto la puerta y desaparecido por ella. –Maldito pokémon…
-Venga, va, vamos adentro. –Dijo tranquilizador Linkaín, y entraron al ascensor.

Dentro Saku vio que era muy parecido al ascensor donde habían entrado en el hotel, pero en vez de los colores vivos todos eran tonos neutros del gris. Linkaín apretó tres botones en el panel de control, y las puertas se cerraron.

-¿Cómo están las cosas en los túmulos de la ciudad? –Preguntó Zelcia a Smooky. Este se encogió de hombros.
-Antes de irnos, mis hermanos iban a tener unas palabras con los moradores… solo espero que no ocurra lo mismo de la última vez.
-Cierto, estuvimos una semana entera para limpiar el estropicio que hicieron tus amigos… –Zelcia puso los ojos en blanco.
-¿Qué ocurrió? –Preguntó Saku.
-Los Garous de la tribu de Smooky son unos muy violentos. –Dijo Zelcia.
-Eh, no somos violentos, solo somos orgullosos y nobles. –Rectificó el rubio con voz ofendida.
-Lo que pasa es que la tribu de Smooky no soporta que los insulten. –Contestó Linkaín. –Son unos Garous muy feroces y son uno de los más poderosos en la batalla.
-Pero… ¿Qué son los Garous? –Preguntó Saku.
-Algún día lo sabrás, blancucha. –Contestó Smooky cuando se detuvo el ascensor con el típico sonido de capanita.

Al abrirse las puertas, Saku vio el piso donde se detuvieron. Era un piso extraño dentro de un edificio, casi podría decirse que era una especie de… ¿Bosque? Si, parecía un bosque por la noche dentro del propio edificio. ¿Cuándo habían salido al exterior?

Smooky dio un par de pasos hacia el exterior, miró hacia el cielo e inspiró profundamente. Salió corriendo en dirección a los árboles sin siquiera dirigir una sola palabra de despedida mientras el ascensor se volvió a cerrar.

-¿Iréis directamente a verle? –Preguntó Zelcia a Linkaín.
-Así es. –Respondió el castaño. –Después, si sobrevive, la llevaremos a las habitaciones.

¡¿Sobrevivir?! ¡¿Acaso debería luchar contra alguien?!

-No creo que sea muy duro con ella, aún es una niña. –Dijo Zelcia con una sonrisa.

De nuevo la trataban de niña. ¿Acaso no veían que ya tenía diecinueve años y se sabía valer por sí misma? Cuando iba a replicar, volvió a sonar la campanilla, y esta vez fueron los hermanos Arakeist quienes salieron, y el chico se giró a Saku.

-Vamos, Saku, esta es nuestra planta.

Saku dio un respingo y salió corriendo en dirección a los dos hermanos. Fuera vio que había un largo pasillo que se dirigía hacia tres puertas, una a la derecha, una a la izquierda y una al final del pasillo. Ese pasillo era distinto al resto, predominaban los colores claros. Los candelabros dorados en las paredes iluminaban la estancia con bombillas con forma de vela, las mesas con cálices eran de una madera oscura. Las puertas estaban echas de una madera clara que a primera vista Saku pensó que una sola puerta valía tanto como la ropa de los niños del orfanato.

Se dirigieron hacia la puerta del final, donde en la parte central había una placa con la forma de una esfinge de plata.

-Aquí está el líder de los Guerreros Grises. –Dijo Linkaín deteniéndose en la entrada del lugar. –Tu vas a conocerlo, y lo harás sola. Nosotros estaremos presentes, por supuesto, pero no podrás tener ninguna ayuda de nuestra parte.

Saku asintió. Un sudor frío empezó a recorrerle la espalda. ¿Miedo? No, no era miedo, era inquietud.

-Bien… vamos allá.

Linkaín abrió la puerta sin siquiera llamar. Dentro estaba en penumbra, las únicas luces que había provenían de una vela encendida en la mesa del centro, la cual estaba en la parte más alejada del despacho. No podía ver bien el interior del lugar, tan solo la mesa iluminada por la vela y una silueta sentada detrás de ella.

-Bienvenidos, Linkaín, Säbel… ¿Quién es esta pequeña? –Preguntó la silueta con una voz profunda y grave.

La voz del morador de aquella estancia le provocó un escalofrío por todo el cuerpo. Ahora sí podía decir que tenía auténtico miedo.

-Te presento a Saku. –Dijo Linkaín con tranquilidad. La monja no miró hacia él, solo mantenía sus ojos fijos en aquella silueta que se sujetaba la cabeza sobre sus manos cruzadas, provocando que una gran sombra cubriera toda su cara. –La encontramos en la última misión. Dice que quiere ser parte de nuestra afiliación.
-¿Gryphon, o algo más serio? –Preguntó la silueta.
-Algo más serio.

La silueta suspiró y, más que ver, Saku notó que la miraba.

-Uniforme blanco… –Dijo él lentamente. –Ojos rasgados… Creo que puede venir del este. ¿Dónde se crió?
-Orfanato. –Dijo Säbel.

Un momento. ¿Cómo sabía Säbel eso, si solo se lo dijo a Zelcia y no se habían quedado a solas en ningún momento?

-Ya veo… ¿Cuál es tu nombre completo, muchacha? –Preguntó la persona.
-Esto… yo… soy… Saku Zelda Sheikav… señor… -El sudor frío empezaba a molestarle en la espalda.
-Saku Zelda Sheikav… -Repitió la voz. –No es un nombre muy común, la verdad. Y creo que has sido criada en un orfanato de la Iglesia. ¿No es así?
-Yo…
-Si. –Volvió a contestar Säbel.

¿Qué le pasaba a la guitarrista? ¿Por qué hablaba sin dejarle contestar?

-Si, se nota bastante en tu aura… -La silueta se levantó. Saku solo consiguió distinguir el uniforme de los Guerreros Grises y unas manos algo pálidas. La cara seguía a oscuras. –Dime, Saku… ¿Conoces a Dios?

Saku abrió los ojos. ¿Qué pregunta era esa?

-Yo… tengo a Dios y a mi fe en mi corazón… siempre están conmigo…
-No te he preguntado eso, pequeña. –La voz del líder de los Guerreros Grises no parecía disgustada ni ofendida, tan solo parecía un maestro enseñándole a un niño. –Te he preguntado si conoces a Dios.
-Nadie, salvo los ángeles, conoce al Altísimo. –Dijo con énfasis la muchacha, y acto seguido se recriminó por lo que dijo.
-Ah, entonces… Has conocido ángeles. –Dijo la silueta con voz divertida. –Técnicamente es cierto que solo los ángeles pueden conocer a Dios, pero… No solo ellos lo conocen. También lo conocen los ángeles caídos, los otros entes supremos y muchos, muchísimos más ejemplares de este fantástico mundo que crearon entre todos.

El líder de los Guerreros Grises se giró hacia la pared y dio unos cuantos pasos, saliendo de la luz de la vela, y de improviso, una pesada cortina se abrió detrás del escritorio, dejando entrar la luz de la luna y permitiendo a Saku ubicarse. La sala estaba llena de libros, manuscritos y pergaminos en cientos de estanterías. Cuadros de hace cientos de años, armas en las paredes de todas las épocas, armaduras de reinos olvidados. Y en frente de la ventana, había un hombre alto, de largos cabellos del color del marfil, con el uniforme de los Guerreros Grises.

-Has sido educada en un orfanato eclesiástico, algo que va a costar mucho remediar. –Dijo el líder mirando por la ventana. Solo se veía el cielo despejado de nubes, las estrellas y la luna. –Sin embargo, estando aquí podrás descubrir que el mundo tiene más de dos colores. –El hombre se giró a Saku. Esta pudo ver el semblante duro, adulto y fiero del líder de los Guerreros Grises, y sus fieros ojos grises mirándola como si fuera un halcón. –De momento… estarás bajo la protección de uno de los Guerreros Grises que más se acercan al Cielo, pero igualmente tendrás como asesor a alguien que Linkaín designe.

El hombre se sentó de nuevo en la gran silla y la miró de nuevo. Aquellos ojos le resultaban familiares, pero no podía ubicarlos.

-Debes saber un número de normas. –Empezó a hablar el hombre. –Mis órdenes son absolutas. Cuando yo no doy las órdenes, las dan Linkaín o Säbel, por lo tanto, sus órdenes también son absolutas. Si estás en Gryphon debes tener en cuenta que todos están en distintas zonas. A ti te asignaremos… ¿Dónde crees que podría ser más efectiva, querida? –Preguntó a Säbel.

La mujer hizo un movimiento, y Saku vio como el hombre de la mesa miraba ahora a Linkaín.

-Propondríamos que estuviera en la planta número trece, con nosotros. –Dijo Linkaín. –Tiene talento para esto. Puede que no lo notara hasta ahora, pero al entrar en el campo mágico de Gryphon lo sintió hasta en sus huesos.
-Entonces está decidido. –El hombre colocó sus manos sobre el escritorio. –Estarás asignada en la planta número trece, tu asesor lo decidirá Linkaín, y todas tus preguntas se las puedes hacer a cualquiera de los Guerreros Grises, a cualquiera de sus asesores o ayudantes o a los propios trabajadores. Dormirás en la planta número dieciséis y tendrás como compañera… ¿Quién podría ser…? Si, tu compañera será una muchacha llamada Pixy. Es una Guerrera Gris ya formada, así que ella te podrá aconsejar bien. –Ante esta frase Linkaín y Säbel rieron un poco. –¿Alguna pregunta hasta ahora?

Saku negó con la cabeza.

-Bien. Te explicaré a grandes rasgos lo que hacemos aquí. –Dijo el hombre. –Pero antes, permíteme presentarme. Mi nombre es Shadow Dragmare, líder y fundador de los Guerreros Grises. Todo lo que dicen de mí es verdad, y si no, suele ser mentira.
-Gran aporte, Shadow… -Dijo suspirando Linkaín.
-La tarea de un Guerrero Gris no es solo luchar. –Haciendo caso omiso de la frase del castaño, Shadow continuó hablando. –Un Guerrero Gris siempre está intentando que la balanza esté en equilibrio. Nunca es bueno que un bando sea más poderoso que otro.
-Las leyendas cuentan… que ayudasteis al Cielo en muchas ocasiones… señor Dragmare… -Dijo en un susurro Saku.
-El señor Dragmare era mi padre. –Dijo Shadow con una sonrisa.
-Eso es mentira, tu padre no es el señor Dragmare. –Contestó Linkaín riendo. –Y si te escuchara no se si te dejaría tranquilo.
-Ni que fuera la primera vez que le digo algo así. –Le contestó el del pelo marfil al otro. Luego volvió a mirar a Saku. –Y si, es cierto que en algunas ocasiones nuestro camino ha ido por el mismo camino que los de la Iglesia. Sin embargo, eso no significa que seamos aliados. –Shadow se recostó en su sillón. –Verás… nuestro papel como Guerreros Grises no es estar a favor de un bando, como tu puedes creer. Nosotros somos la balanza de este mundo maldito por Dios, decidiendo quién debe ganar las guerras y quién debe sobrevivir en las luchas.

Saku se mordió la lengua.

-Has de tener en cuenta que en los dos bandos que existen, no todo es oro lo que reluce. –Dijo el hombre con una sonrisa. –No, no lo es. Por ejemplo… hace años fui testigo de cómo un grupo de ángeles masacraban sin contemplación a todo un pueblo únicamente porque en él habitaba un poderoso hechicero, el cual, aunque creía en Dios, no el profesaba un gran afecto que digamos. Dime, Saku Zelda. ¿Crees que fue acertado que los ángeles hicieran eso?
-¿Murieron… muchas personas…? –Preguntó acobardada la monja.
-Si, muchísimas… Hombres… mujeres… ancianos… niños… Y todos ellos eran devotos del mismo Dios que los condenó solo por tener a un hechicero que no estaba de acuerdo con sus enseñanzas como vecino.

Saku bajó la cabeza para ocultar la pequeña lágrima. No… no era correcto derramar lágrimas por aquellos que los ángeles van a buscar, pero… era demasiado cruel como para poder ser un acto de Dios.

-Dios no tiene escrúpulos. –Dijo Shadow. –Si tiene que matar a varios de sus seguidores para llegar hasta el peligro, los mata. Y sus ángeles no son precisamente unos ángeles de verdad… Los únicos buenos ángeles que conozco son los arcángeles, porque esos sí que tienen la cabeza sobre los hombros.
-¿Conocéis a los arcángeles? –La sorpresa en la voz de Saku fue patente. Cuando estaba en el orfanato y hablaba con los pocos ángeles que se presentaban, hablaban grandes leyendas de los arcángeles Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel.
-Oh, por supuesto que los conozco… Miguel siempre nos invita a una buena cerveza cada vez que nos encontramos. ¿Eh que si, Linkaín?
-Y que lo digas. Y Gabriel suele ruborizarse siempre que le echas un piropo. –Contestó el castaño con risas.
-Ya basta. –Dijo Säbel. –No es ese el tema a tratar.
-Tienes razón querida. Bueno, Saku, como te decía, no todos los ángeles son buenos… Y si, empieza a hacerte a la idea de que todos los llamados “demonios” no son malos. –Shadow se levantó y volvió a mirar por la ventana. –Puede sonar pretencioso, pero los únicos que mantenemos el orden en este mundo corrupto somos nosotros… -Se volvió a girar, con el rostro totalmente serio. –Has conocido el blanco de la Iglesia y el negro de la Cripta… Ahora nosotros te enseñaremos todos los matices de grises. –Volvió su vista a la ventana. –Podéis retiraros.

Saku vio como Linkaín y Säbel hacían un saludo marcial y se giraban. Ella hizo lo mismo y los siguió. Quería salir de allí, huir de aquel hombre que no parecía un hombre… Aquel que estaba empezando a hacer temblar sus creencias…

Tan solo quería dormir hasta la mañana siguiente. Por la mañana ya empezaría a investigar a fondo… y a aprender.

Si, aprender… eso era algo que la entusiasmaba en una manera demasiado profunda… Y no lo entendía…

Continuará…

Atención: Esta entrada está hecha en plan de risa y sin pretender ofender. Si queréis echaros más risas, esto está sacado de la Frikipedia xD

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Grandes hijas de la gran p+*@ que te arruinan la vida y que las quieres matar descuartizar y ver las muy lejos...

Ejem...

Ente misterioso proveniente de algún tipo de dimensión paralela. Su naturaleza humana está aún por demostrar aunque los partidarios de esta teoría se atreven a afirmar no solo que son mujeres normales y corrientes sino además que estuvieron o están casadas e incluso engendraron vástago alguno. Sus poderes paranormales, capaces de detectar el más mínimo deseo sexual en tu rostro y responder a ella de modo sutil, son conocidos desde tiempos inmemoriales, así como su cualidad para permanecer despiertas durante períodos de 48 h. a base de café solo y pastillas para la tos cuando el cuñadito de turno pasa unos días en casa, teniendo a su hija "virgen" paseando en camisón y zapatillas por las dependencias de la vivienda.

Tienen una capacidad sobrehumana para finjir absoluto desconocimiento de los deseos reales de sus vastagos e intentar sustituir éstos por los suyos propios (los cuales suelen ser el extremo opuesto a los reales)

Hábitat donde moran: En cualquier lugar donde haya dos personas bajo el influjo del alcohol (casadas)
Inteligencia: Altisima, tienen un CI de 9000 puntos, el 99% lo usan para joderte la existencia.
Frase preferida: El itinerario de hoy: 6:00 am - 24:00 pm joder a mi yern@
¿Peligroso?: ¿Lo preguntas?
Obsesión: Una sola, joder a su yerno o nuera en el desayuno, en el almuerzo y en la cena...
Notas de interes: A veces se unen en manada donde podrían ser mucho mas peligrosas... ¡Evíta tal evento!

Tipos de Suegra:

Suegra MADEINSPANISH
(suegronis aspaniolus)

Esta Suegra es oriunda de España y de momento no es viable su exportación. Esta clase de suegra se dá principalmente en Castilla la Mancha y zona de Andalucía, habiendo sufrido esta última una amplia difusión por el noreste de la Península (fenómano llamado "éxodo charnegosuegril").

Suegra rumana
(suegronis rumanovich)

Se apalanca en la casa, no curra y además se bebe el vino de mesa. No es peligrosa mientras está borracha, incluso puede llegar a ser simpatica, pero cuando alcanza el estado de resaca (algun día le tenia que dar) es la mas peligrosa de todas las suegras, se recomiendo tratamiento de choque (preferentemente contra un camion cisterna)

Suegra eslava
(suegronis asclavus)

Vigila a su hija como un halcón, a veces está tardo-buena y flirtea con el yerno, que horrorizado suele refugiarse en el alcohol. Muy peligrosa para cualquier posible pretendiente, más aun si está decidida a follarte, se recomienda presentarle a uno de tus amigos que ande urgido por follar, mientras sea jovencito no importa si no es muy bien parecido, ella igual se lo cepillará.

Suegra modelna (suegronis futurama)
Más te vale que seas mujer, porque parece odiar a los hombres, a los que considera a todos sin excepción como "trastos inútiles". Han llevado el feminismo mal entendido hasta casi rozar el asco por los hombres. Para ellas, si sus nueras son una mierda es porque sus hijos no merecen nada mejor, y si sus hijas se echan cualquier hombre, "a ese lo cambio yo". No dejan pasar la oportunidad de pensar que "la culpa siempre es del hombre" y como su hija del alma se eche un novio formal, estupendo y perfecto a sus ojos, que se ande con cuidadito si no quiere que ella le transforme en el hijo que nunca tuvo y le prefiera antes que a su marido. La suegra Modelna suele ser de grandes ciudades o bien de las que se escaparon con una bandada jipiesca y hoy ha claudicado al consumismo más exacerbado. Se la puede encontrar en tiendas de ropa para chicas 20 años más jóvenes que ellas -según ellas, "sólo 7 años más jóvenes"- y sobre todo en El Corte Inglés. Lo único cárnico que les interesa de sus maridos hoy en día es la cartera de piel, y son expertas del cálculo a la hora de doblar el sueldo de sus maridos, doblar el precio de lo que se acaba de comprar, dividir su edad por dos y triplicar la edad de su mejor amiga ante otros hombres. Es liberada de boquilla, en realidad es muy inculta aunque devore cuarenta revistas femeninas a la semana y envidia a Ana García Obregón aunque lo niegue dicendo que "esa Barbie de Geriátrico ha perdido la dignidad". Sueñan con tener un quirófano de cirugía plástica para ellas solitas.

Suegra morro (suegronis morronus)
Dicese de aquella que siendo primero madre de varón, le comio el coco desde la primera infancia, detallandole el caso omiso de que iba a ser objeto por parte de su futura nuera, almacenando el varon una psique protectora de mamá. Trás lo cual ,y contraido nupcias aquél, la suegra comienza la fase extorsionadora, consistente en procurarse asilo en casa de nuera, con toda clase de lloriqueos, mimica y gorgoritos, a ser posible influyendo sobre nietos, ante los cuales declara que por no mantener a la suegrecita posiblemente la mamá tampoco será atendida por sus hijitas, y viniendo a ser obligada la nuera a especificarle a sus hijas que efectivamente, una suegra no puede importarte lo mismo que tu propia madre. No obstante, este tipo de suegra, debido a sentirse mujer del siglo XXI nunca consideró preciso ni llevar nietos guarderia, ni acudir hospital en caso de enfermedades de la citada familia, ni pagar viajes de estudios ,ni cocinar ni ayudar en limpieza de nada, ni siquiera suele acudir al parto de la nuera y jamás hacer regalo a esposa de su hijo. Se apoya en la mentalidad judeo-cristiana para solicitar "Honrarás a tu padre y a tu madre sobre todo",y en las últimas teorías capitalistas sobre el ahorro familiar, para mantener indemne su fortuna sin soltar un duro. Presenta un archivo oculto en forma de propiedades inmobiliarias y fondo de pensiones intocables que relata repetidamente pasará a heredar , ese hijo bien amado, pero en el capítulo gastos no introduce el factor Hacienda ni al resto de herederos, con los cuales no quiere vivir porque el nivel de vida deseado es precisamente el de la nuera odiada.Que por otra parte no para de trabajar , pero nunca se planteó hacerlo para semejante señora. Su deseo mas ferviente es pasar a disfrutar , de la mismisima vida de su nuera pero sin hacer aportación alguna economica,lo cual avala con los antecedentes de otras suegras conocidas solo por ella , a quienes otra nuera recogió gratis. Se trata de un ejemplar bien dotado de verborrea , que en su ambiente oculta , su personalidad ávara , egoista y es compadecida al no ser reingresada en el alto nivel económico de la nuera.Pertenece a ese tipo de personas que suelen pensar "Cómo tienes mucho, no te doy, si no me das Dios no te ama" Suele tener antecedentes personales de vida libre e independiente sin haber cuidado ni de sus propios padres ,hermanas, hijos enfermos, habiendolos chumbado a otras hermanas menos espabiladas, y de haber visto ahorrar y hacer cuentas a la nuera mientras ella se operaba de cataratas en la privada: Son 4.000. Y viajaba a Italia , Francia, etc, para adquirir un extraño acento en 5 días, que según ideación perenne , la aflora a un nivel linguistico superior, y desde el cual desprecia a nuera por no poseerlo. No suele comprender porqué no se le monta dormitorio , y se le pone mercedes en la puerta y medico 24 h especialista preferiblemente, más piscina en jardín privado de 10 x 5 m, sin que ella aporte un duro. Lloriquea continuamente su temor a ser ingresada en residencia cuando no pueda ser atendida por ella misma o por quien ella pague , con sus ahorros, en la espera de que la misma nuera a quien denigró y humilló anteriormente se compadezca y sin mediar un duro se haga cargo de que debe pasar su juventud sacrificada en vieja que no le proporcionó afecto ni economía alguna. Generalmente haciendo oidos a la sabiduría popular se han forrado en ahorros para su vejez, pero llegada esta, nunca lo aceptan y siguen ahorrando a costa de lo que debieron regalar y no hicieron , no encontrando nunca el momento de gastar ni siquiera en esa unidad familiar , de su hijo, en la que gustosamente ingresarían... El pensamiento base les viene de considerar que su hijo lleva los pantalones, de lo cual deducieron que les sería favorable estar cerca del poder , y en cada pequeña disputa q presenciaban tomaban parte por ese ficticio poder que representaba su hijo, encontrandose a la postre, con que no fue casual que ellas mandasen en su casa,y mucho menos casual sería ahora que esta nuera trabajadora y cotizadora del IRPF mandase en la suya. TERAPIA: Es curable y tiene antidotos,del tipo de "El amor es compartir, no siendo dar y dar y dar..."Hay que amar al projimo como a tí mismo, no amando a la suegra más de lo nunca te amaste a tí" O bien "Dad y recibireis..."Esto forma parte de un ejercicio mental diario a emprender en cuanto se esté frente al modelo de suegra , siendo terapia para la nuera A efectos de la susodicha abusadora y según el grado de adicción de la conducta mantenida a lo largo del tiempo,se hace irreversible. Se prevee Residencia.

Suegra tranquila (Suegronis pacificus)
Una especie bien llevada, deja a la hija libre para el noviazgo sin hacer preguntas (si acaso le da alguno que otro consejo) y encima te sirve té con galletas cuando te conoce, no suele hacerte demasiadas preguntas y con frecuencia se marcha dejandolos a ti y a tu prospecto solos, un especimen en lamentable extinción.

Suegra venenosa (suegronis ponzoñosus)
Este tipo en particular suele afectar con mucha mayor frecuencia a los varones que a las mujeres (en una proporcion de chorrocientos a uno), posee mas veneno que el cruce de una cobra de la india con una tarántula africana come-hombres. Sus aparentemente "inofensivos" y "espontaneos" comentarios suelen tener toda la premeditacion, alevosia y ventaja para acabar con cualquier tentativa de noviazgo con SU hija, o por lo menos hacerte poner la cara mas roja que un jitomate, por ejemplo: "y... como va el asunto de la familia, porque ya habreis pensado en tener hijos verdad?", este comentario suele hacerse cuando el yerno está comiendose una gamba o tomando vino o cualquier otra bebida que al atragantarte te queme la garganta, esto con el fin de intentar asfixiarle de forma rapida y efectiva, es el tipo mas común (se prevee su extincion hacia el año chorrocientos mil o hasta que el monstruo de spaghetti volador sea devorado)

Suegra querida (suegronis simpaticus)
Rarísima especie similar a la pacifica, pero este tipo ademas de no incomodar al yerno lo adopta como si fuera su propio hijo, lo alimenta, cuida de el si enferma y lo alienta a continuar la relacion con frases como "se nota que está muy enamorada de ti" o "me alegra que estés con mi hija" (nuevamente la proporcion de chorrocientos a uno), aquel que encuentra una no la suelta, con el tiempo degenera en abuela consentidora.

Suegra metiche (suegronis metichus)
Un tipo bastante molesto subderivado de suegronis ponzoñosus, se mete en todo, opina en todo, indaga en todo y te lo restriega todo en la cara, adora hacer comentarios acerca del ex-novio de su hija enfrente de ti como lo guapo que era o el dinero que tenia, así como investigar exactamente dónde vives, qué coche tienes (si tienes), cuánto ganas, qué marca de calzones usas, cuánto te mide (no importa cuanto trates de ocultarlo, lo averiguará) e incluso los momentos del día en los que vas al baño para tener mayor ventaja sobre ti, el único remedio conocido es que tengas la fortuna de que esté casada con el marido estilo "totem" (suegronomicus impavidus) el cual no habla, no se altera, no se mueve (o casi no), pero le pone la mano en el hombro cuando se está empezando a pasar del límite y por misteriosa gracia del cielo la suegra se calla o cambia la conversacion (anda a saber la cantidad de hostias que le habrá dado para amaestrarla).

Suegra hipócrita (suegronis falsitis)
A menudo confundida con el tipo pacifico o amable, es casi imposible diferenciar una de otra a simple vista (si bien un ojo educado puede advertir diferencias claves entre ellas, vease sharingan y byakugan, o en su defecto ryûgan) esta te trata bien, no se mete contigo, incluso te invita una rebanada de pastel, pero en realidad busca el momento preciso para soltar su ataque cuando menos te lo esperes (y ahí ya es demasiado tarde), se recomienda analizar muy bien a las suegras pacificas o amables para evitar este tipo que es el segundo mas común.

Suegra trabajadora (suegronis workaholic)
Hace pilates, hidrogimnasia, aerobicos, trabaja doble turno y atiende la casa, pero no dejes que eso te engañe pues se las arreglara para verte la mayor parte del tiempo que estés ocioso y recordarte las virtudes del trabajo duro y que no quiere que su hija sea la esposa de un holgazán, si no ganas por lo menos el doble que ella ni sueñes con casarte con su hija, te hace ayudarle en las tareas del hogar mientras esperas a que su hija salga de arreglarse (cambiar un bombillo, poner las persianas, mover muebles, abrir frascos de conservas, castrar al gato, cosas de ese tipo), se recomienda evitarla lo mas posible ya que mientras mas te conoce mas cosas te pondrá a hacer.

Suegra ideal (suegronis difuntus)
No se mueve, no habla, no molesta, no cocina, no respira y tiene siempre puesta una pijama de madera o en su defecto de ceramica (mejor conocida como urna), se le encuentra 3 metros debajo de la tierra o vuelta cenizas dentro de una vasija, el mejor tipo de todos y todos los tipos eventualmente degeneraran en este último (si bien la espera puede ser tediosamente larga)

Características

Las suegras tienen las siguientes características.

Morfología
Hay ejemplares de entre 1,50 a 1,80 metros (esto último, normalmente a lo ancho), superando todos ellos en un 70% el nivel de IMC que sería deseable e incluso saludable. Todas tienen el pelo teñido ( incluso el del pecho ) de todas las tonalidades de rubio habidas y por haber y en caso de Galicia se podría aumentar el color rojo fosforito. Todas ellas lucen papo y verruga y tienen un prodigioso visual y auditivo que les hace enterarse de absolutamente todo -suceda o no, antes o después de que se llegue a producir-. Esta clarividicencia siempre se inclina hacia el sector menos benevolente y malpensado.

Hábitat
Hay tres situaciones diferentes en las que se puede encontrar a una Maruja de esta clase, y en cada una de ellas luce un atuendo diferente:

-Casero: la cabeza adornada con cilindros tribales de material plástico llamados "chichos" o rulos. A veces llevan unos extraños gusanos de colores llamados "bigudíes" (en su lenguaje, "lo cirulís de coroles esos", bata acolchada ceremonial llamada boatiné y zapatillas de paño para ir arrastrando los pies. Suelen llevar pegado a la mano un trapo -y, en ocasiones, un teléfono-. Dejan abiertas las ventanas aunque haya 20 grados bajo cero y despliegan a gusto sus paneles auditivos para captar cualquier mínimo atisbo de chismorreo. Suelen escuchar una música tribal llamada "Radiolé" y aprovechar estas horas del día para hacer vida social en la escalera o puerta de la casa con otras de su especie.
-Mercado: Atuendo idéntico al de casa, pero sin chichos y cambiando el trapo por un carrito de la compra lleno de verduras y ofertas en su capa superior y dulces "malísimos pa su colesterol" -pero que "son pa los chiquillos" ocultos en la inferior. Su frase: "Uh, qué caro está todo".
-Bares/iglesias/visitas: Se transforman cambiando la mascarilla verde de dormir por una capa de maquillaje que las protegería incluso de un ataque nuclear. El negro combinado con dorado y brillantitos es su homenaje personal al gusto en el vestir. Suelen llevar zapatos que no combinan con absolutamente nada. Siempre llevan carrera cosida en las medias y se pintan los dientes delanteros con el pintalabios por la falta de costumbre. Llevan una sustancia pestilente detectable a 5km a la redonda y persistente durante días que ellas llaman "perfume".

Comportamiento

Odian a sus nueras, vecinas que tienen más que ellas, hijos/as de familiares que han tenido más éxito, son envidiosas, falsas, criticonas, chismosas y sobre todo dadas a la lágrima fácil por fuera y a la risotada por dentro. Desconocen las más evidentes normas de cortesía y es imposible intentar ver un programa de televisión o película con una suegra al lado. Son incapaces de dejar de hablar más de 3 segundos seguidos. Para ellas siempre tienes pinta de enfermo si estás delgado y estás "hermoso" si estás con un sobrepeso alarmante. Si quieres echar una risas con su alta capacidad para escandalizarse de todo lo que huela a moderno, llévala al IKEA. Gusta de estropear las camisetas heavy favoritas de sus hijos para convertirlas en trapos de limpiar, tirar todas las revistas interesantes, comics, libros y tomar apuntes ("a yamao la Carmen, el havuelosta en el ospital de la luz número habitacion 112") en papeles importantes (cartas del banco, resguardos, etc) de forma que luego sea vergonzante, cuando no imposible, mostrarlos a su debido momento. Sus regalos se limitan a bragas, camisetas imperio interiores y calzoncillos, lotes de calcetines o un horrible jarrón o plato "ornamental" (recordemos que su idea de decoración se limita a tapetitos de esos de encaje raro encima de todo aparato electrónico que haya en el salón -hasta la Playstation-, muñequitas de porcelana del "Todo a cien", una muñeca horrible vestida de gitana encima de la tele -he llegado a ver una PEGADA a una tele de plasma regalo del hijo con pasta- y cortinas palaciegas de 45 kg. de peso del material más denso y pesado que haya dentro del mundo textil).

Datos de interes: Cómo neutralizarlas.

Como suelen venir en el lote si te enamoras de alguien que la tenga por madre, lo mejor es tenerla bien lejos y aprovechar cualquier visita a su casa para borrar de la memoria de su "Domo" -lo más moderno que tienen tras la minipimer- el número de teléfono de tu casa y cambiarlo por "el Teléfono de la Esperanza". Si lo que quieres es librarte pronto de ella y que acabe en un asilo, más te vale tener una casa pequeña o la tendrás allí metida... si puedes optar por la clínica mental o asilo, mantén todo el año tu casa decorada como si fuese Halloween, dile que odias a los niños y nunca tendrás hijos, dile que eres ovolactovegetariano y ateo recalcitrante. Cámbiale sus medicamentos contra el colesterol por rulas y sus pastillas para la menopausia por caramelos para la tos. Si sigues estas pautas, tendrás muy pronto una Suegronis Difuntus... Abstenerse de hacer estas cosas si eres del excelso grupo de los que tienen una Suegronis Pacíficus o una Suegronis Simpáticus.

Espero que esta lección de la vida os haya sido de ayuda... Luchad, amigos y amigas, porque algún día... si, algún día, tendréis a uno de estos entes detrás de vosotros/as, y entonces os acordaréis de mí... ¡Resistid, hermanos y hermanas!

Nulla è reale, tutto è lecito.

Guerrero Gris

Guerrero Gris

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Caer está permitido... ¡Levantarse es obligatorio! - Proverbio ruso.
La crueldad es la fuerza de los cobardes. - Proverbio Árabe.
Todos los hombres estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde. - Proverbio Mexicano.

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Estudiante de Psicología, escritor en ratos libres, creador de juegos de rol cada tanto, padre de familia, aficionado a los videojuegos, Ásatrù. Bastante por hacer. ¿No?

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