Era un sábado.
Un sábado de Noviembre. Uno de los últimos. Aquella mañana, Ferrik había despertado temprano, pues hacía poco que empezó su trabajo nuevo y se había acostumbrado a hacerlo. Decidió hacer las compras, como cada sábado, y por un extraño pensamiento, encendió el ordenador.
Quería ver su e-mail. Esperaba buenas noticias.
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Desde el último capítulo, Ferrik ha hecho muchas cosas. Se ha comprometido con Sadne, llevan ya más de dos años juntos, y se ven casi siempre que pueden. Han habido problemas, claro, pero... ¿Qué pareja no los tiene? Todo ha podido solucionarse.
Poco tiempo pasó cuando Ferrik se fue a Madrid por primera vez, pero ese día ya se separó de una parte de sí mismo. Tamber se marchó... Se marchó, según ella, para siempre. Sin embargo, al paso del tiempo, se volvieron a ver. Estaba radiante, con su cabello negro unas veces, rojo otras. Siempre iba con una sonrisa en la cara, y siempre animaba a Ferrik.
Un tiempo después, Tamber tuvo que ser hospitalizada para una intervención quirúrgica. Salió adelante. Tamber era una persona con mucha fuerza.
Y un día... Ferrik encendió su ordenador. Había recibido un mail de parte del criado ocupado del cuidado de Tamber. En el mail, le explicaba que había tenido un accidente de tráfico. Tamber estaba grave, pero ella no se rendía.
Unos días después, esperaba buenas noticias.
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Abrió el correo.
Vio las palabras del mail.
Las buenas noticias se volvieron malas. Terribles. Las peores que podrían haberle mandado.
Tamber había muerto a las 8 de la mañana hora de España... la hora justa a la que Ferrik se había despertado aquel sábado de Noviembre.
Algo fue arrancado de raíz de dentro de Ferrik. Sintió como se rompía por dentro. No podía pensar con claridad. Solo pudo llamar a su única luz, pero no pudo contactar con ella hasta pasado un rato. Se echó a llorar... Se echó a llorar por la pérdida de alguien a quien respetaba, a quien admiraba, pero ante todo, a quien quería.
Ferrik tardó un tiempo en sobreponerse. Un par de días después de su partida, el chico soñó por primera vez algo nítido después de mucho tiempo.
Estaba sentado en una valla de madera en un campo de hierva. Llevaba puesto un traje violeta y una espada al cinto. Esperaba. ¿A qué? No lo sabía, pero sabía que debía esperar.
Su espera dio resultado.
A su lado, se sentó ella. Radiante, con un vestido blanco como la nieve y sus cabellos rojos como el fuego. Se sentó para hablar con él.
-No estés triste, si tuvo que pasar, pasó. -Le dijo. -Tienes que cuidar de Sadne, es un cachorrillo demasiado sensible, y tienes que cuidar de ti. Hermano, cuídate mucho. Siempre estaré contigo. Adios.
Acto seguido, Tamber se giró a él, le di un último beso en la mejilla, un beso de despedida... Y detrás de ella apareció de nuevo. Sin embargo, Ferrik no tenía miedo, si no ira, cuando fue envuelta en el manto de tinieblas de la Pálida Dama. Él gritó, lleno de dolor, y cuando saltó para enfrentarse a ella... Despertó.
Despertó llorando, pensando en todo lo que había pasado, en todos los recuerdos que tenía. Decidió guardar los pocos recuerdos que tenía de ella como un tesoro.
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Un tiempo después, ya restablecido, decidió hacer algo que su corazón se negaba a hacer, pero que sabía que debía crear.
Se sentó frente a su ordenador. Abrió una pestaña. Accedió con su cuenta. Y empezó a escribir:
"Era un sábado. Un sábado de Noviembre..."
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Para todos aquellos que haya leído "La Vida de Ferrik", espero que no os importe este último y especial capítulo. Tamber se ha ido, pero seguirá viva en mis recuerdos y en los recuerdos de todos aquellos que la hayan conocido. Solo os pido una cosa.
No la olvidéis, pues cuando se olvida a alguien, es cuando realmente se muere.
Gracias.
Gato LowPoly
Hace 4 años